Comparecencia en el Senado sobre transgénicos
Comparecencia de Carlos de Prada en el Senado en 1999 en la que se aportó algunos datos sobre esta cuestión (Cortes Generales. Diario de Sesiones del Senado. Comisión Especial sobre la manipulación genética con fines de producción de alimentos. 4 de octubre de 1999. Es accesible en internet).
CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
SENADO
Año 1999 VI Legislatura
Comisiones. Núm. 489
COMISION ESPECIAL SOBRE LA MANIPULACION GENETICA CON FINES DE PRODUCCION
DE ALIMENTOS
PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. MIGUEL BARCELO PEREZ
celebrada el lunes,
4 de octubre de 1999
--COMPARECENCIA DE DON CARLOS DE PRADA REDONDO, PERIODISTA DE LA CADENA COPE (715/000373).
El señor PRESIDENTE: Se encuentra con nosotros don Carlos de Prada, periodista muy preocupado por los temas ecológicos y de medio ambiente y, lógicamente, por el de la manipulación genética.
Para informarnos de sus inquietudes y de todo lo que sabe, tiene la palabra don Carlos de Prada después de darle la bienvenida a ésta su Casa.
Muchas gracias.
El señor de PRADA REDONDO (Periodista de la Cadena Cope): Señor Barceló, señorías, buenas tardes.
Comparezco en mi doble faceta de naturalista y de periodista. Quizá algunos crean que sólo tienen derecho a hablar sobre estas cuestiones aquellos cuya única visión de este tema es la reduccionista y superespecializada de verlo todo a través de un microscopio, visión que puede tender a ser demasiado microscópica, si me permiten la expresión.
Pero este tema tiene unos componentes mucho más complejos que quizá muchos científicos no saben o no quieren captar, otros científicos, por fortuna, sí quieren; hay componentes científicos, políticos, económicos, ambientales e incluso simple y llanamente de respeto o no al Estado de Derecho, todo ello dejando al margen el hecho evidente de que la Ciencia, aunque se suele pensar que es neutral, quizá no lo sea tanto. Las investigaciones sobre estos temas son pagadas principalmente por multinacionales con grandes intereses económicos que han llegado al extremo, suficientemente elocuente, de bautizar su negocio como «Ciencias de la vida». Este hecho no es algo anecdótico ya que muestra cómo las multinacionales se han apropiado, o eso intentan, de la ciencia de la vida, es decir, de la biología.
La biología, al menos eso creíamos algunos, era una ciencia, y ahora resulta que es o algunos quieren que sea ante todo un negocio. Muchos científicos son, directa o indirectamente, asalariados de las multinacionales, y no cabe duda de que eso puede condicionar sus posturas, ya que es evidente que los que no muerdan la mano que les alimenta y que probablemente dirige sus investigaciones seguirán teniendo fondos; en cambio, aquellos que no lo hagan así verán cómo la incertidumbre planea sobre el futuro de los trabajos que tratan de desarrollar. Esto les sucede especialmente a los que denuncian los riesgos de los productos transgénicos, caso patente es el del profesor Arpad Pusztai, científico del Instituto Rowett de Aberdeen, Escocia, que terminó en la calle después de alertar sobre los posibles riesgos de las patatas transgénicas que investigó. Este científico denunció en todos los medios de comunicación que se nos estaba tratando como a conejillos de Indias. Afortunadamente, después fue rehabilitado en su imagen, al menos parcialmente, por 23 científicos de 13 países de Europa, de Canadá y de Estados Unidos, que apoyaron sus investigaciones, en las cuales detectaba daños en el sistema inmunológico, atrofia del hígado, daños en el bazo y el timo, ralentización del crecimiento, etcétera, de ratas alimentadas con patatas transgénicas. Estos científicos que apoyaron al profesor Pusztai pidieron que se llevase adelante una moratoria de cinco años en el tema de los productos transgénicos para dar tiempo a que se realizaran más investigaciones. Recientemente uno de los científicos que formaba parte del Comité que desautorizó a Pusztai , era también del Instituto Rowett, y ha terminado por darle la razón en la posible peligrosidad para la salud de las sustancias producidas, no siempre detectables, por los organismos transgénicos, refiriéndose en concreto a la colza transgénica para producir aceites industriales, cuya semilla triturada se usa para piensos animales. Este científico previamente había desautorizado a Pusztai, con lo cual es también muy significativo que sea uno de los que posteriormente le da la razón. Todo avala, en opinión de muchos científicos críticos, que los productos transgénicos no son, aunque algunos sectores intentan defender lo contrario, iguales que los productos naturales.
De todas formas, desde la perspectiva del sentido común es muy difícil pensar que la soja natural sea idéntica a una soja manipulada genéticamente --como se trata de defender--, que contenga, por ejemplo, un gen de petunia, un virus de coliflor y una bacteria, porque es evidente que en estado natural la soja no tendría esos componentes.
También puede ser elocuente el hecho de que el equipo de investigadores que dio a conocer los efectos del maíz transgénico sobre las mariposas «Monarca» no haya recibido este año ninguna ayuda para continuar con sus investigaciones. Hoy, el papel financiador de las entidades privadas ha distorsionado la financiación más independiente que hasta ahora desarrollaban los investigadores, y eso plantea dudas sobre la objetividad de esos mismos investigadores.
A pesar de todo, también se dejan oír voces críticas en la comunidad científica como, por ejemplo, las de la Asociación Médica Británica, que pidió una moratoria hasta que no se pruebe la inocuidad de estos productos --concretamente, por el riesgo que puedan entrañar al crear resistencias a antibióticos--; o las de un grupo de científicos de Montreal, que dio la voz de alarma sobre los posibles efectos de la soja transgénica, ya que las leguminosas tratadas con glifosato --un pesticida de la multinacional Monsanto-- producían estrógenos, y las vacas que comían esa soja transgénica tenían más grasa en la leche.
Numerosos científicos de diversos países han alertado de que la mayoría de los alimentos transgénicos que se encuentran en el mercado contienen genes de resistencia a antibióticos que podrían convertir en ineficaces a la mayor parte de los antibióticos existentes, causando una grave amenaza para la salud humana.
Entre estas entidades se encuentra, por ejemplo, el Instituto Pasteur, de París, que alertaba de estos riesgos y denunciaba su minimización por parte de la industria. Asimismo, la revista francesa «La Recherche», sobre datos del Instituto Pasteur, revelaba riesgos mayores, por ejemplo, para los enfermos de SIDA o de leucemia, los receptores de transplantes, los enfermos de cáncer, los ancianos, etcétera.
El Oekoinstitut de Friburgo, en Alemania, señalaba que genes de resistencia a antibióticos pueden pasar de las plantas a los animales que las ingieran. El Robert Koch Institut, también de Alemania, no aprobó, por ejemplo, patatas con genes de resistencia a la ampicilina.
El Presidente del Consejo Médico de Berlín, el doctor Ellis Huber, alertó del paso de genes a organismos patógenos desde plantas transgénicas. El profesor Teuber, del Instituto Suizo de Tecnología, alertó en la Revista «Nature» del paso de bacterias resistentes de los animales a los humanos a través de la leche, y pidió la prohibición del maíz de la multinacional Novartis al Gobierno suizo.
La Sección de protección ambiental, salud pública y asuntos del consumidor del Comité Económico y Social de la Unión Europea recomendó no usar genes de resistencia a antibióticos como marcadores. El ZKBS, de Alemania, también recomienda no usar genes de resistencia a antibióticos.
El Departamento Federal de Medio Ambiente de Alemania aconsejó no utilizar el maíz de Novartis, que contiene un gen determinado --el gen «bla»--, también por este mismo riesgo.
El Gobierno de Noruega prohibió todas las plantas transgénicas con genes de resistencia a antibióticos. En Francia, el Gobierno decidió no admitir nuevas plantas con genes resistentes a antibióticos; incluso el Consejo de Estado ha retirado la autorización al maíz con el gen «bla» de Novartis.
En el Reino Unido, la Unidad de Biotecnología del Departamento de Medio Ambiente aconsejó al Gobierno votar contra el maíz de Novartis. Y el Comité Asesor de Biodiversidad de Estados Unidos dice que no se puede trivializar con la resistencia que se puede generar a los antibióticos.
En cuanto a España, pese a que el Congreso de los Diputados en 1996 votó contra el maíz, ni el Comité de Bioseguridad ni el Gobierno --los Ministerios de Sanidad, de Medio Ambiente, o de Agricultura-- se pronunciaron salvo para defender a Novartis, autorizando diversas líneas de maíz con genes de resistencia a la ampicilina, permitiendo además probablemente la entrada ilegal de otras variedades de maíz. Pese a lo ocurrido en el Congreso de los Diputados, el Gobierno español se abstuvo en una votación de la Unión Europea y aprobó dos variedades de maíz para cultivarlas en España.
Los organismos científicos precedentes --los que ya he citado--, y otros, han alertado sobre distintos riesgos como el que los genes de resistencia a antibióticos sean absorbidos por bacterias patógenas en el intestino, o por bacterias no patógenas que podrían pasarlos a bacterias patógenas; genes que pueden pasar de plantas transgénicas a bacterias; genes que pueden pasar de plantas a microorganismos del suelo... Es decir, pueden darse transferencias planta-bacteria, planta-hongo, animal-microorganismo, etcétera.
Existe un maíz BT, de la multinacional Novartis, con un gen de resistencia a la ampicilina; un tomate de Calgene; una colza BT de Agrevo y de Calgene con genes de resistencia a la canamicina y a la neomicina; una patata con un gen de resistencia a la amicacina, un antibiótico de reserva; un algodón de la multinacional Monsanto con un gen de resistencia a la estreptomicina y a la espectinomicina, etcétera.
Se ha publicado --y lo que voy a decir se tendría que aclarar-- que Novartis sacó el maíz con un gen de resistencia para ser el primero en el mercado, cuando quizá lo podría haber hecho sin utilizar esos genes de resistencia tan peligrosos para los antibióticos.
Un estudio alemán del doctor Walter Doefler, del Instituto de Genética de Colonia, mostró otro riesgo: que el ADN usado para modificar genéticamente un alimento pasaba de las ratas embarazadas a sus fetos, pudiendo causar mutaciones o cáncer.
Otro de los hechos denunciados --y que ha sido publicado-- consiste en que la muerte en 1989 en Estados Unidos de 37 personas y la aparición de secuelas en otras 1.500 podría haber tenido relación con un producto manipulado genéticamente.
Entre los efectos sobre el medio ambiente derivados de la utilización de estos productos transgénicos se encuentran, por ejemplo, el incremento de la contaminación por herbicidas --en contra de lo que defienden las multinacionales que llevan adelante estos productos--, o la creación de supermalas hierbas, ya que los transgenes de resistencia a herbicidas pueden pasar a otras especies por el polen o las semillas; no hay que olvidar que a veces los cereales y malas hierbas son parientes. Asimismo, existe otro riesgo de bastante importancia como es el de contaminación genética. Incluso el Ministerio de Agricultura británico alertó en un informe del riesgo de polinización cruzada entre productos transgénicos y cosechas normales. Otro problema, sobre la salud en este caso, es la posible aparición de alergias, lo que habría que determinar.
Los efectos sobre la fauna también pueden ser relevantes. Quizá los más recientes sean, como reveló un estudio de la Universidad de Cornell, los que pueden ocasionarse sobre las mariposas «Monarca» por el polen tóxico del maíz BT, que contiene la toxina BT, que podría afectar a este tipo de mariposas. Además, hay que tener en cuenta que no se trata sólo de que desaparezca una especie de mariposas por bonitas o no que éstas sean, sino del papel que desempeñan en el ecosistema; por ejemplo, en la polinización de las plantas.
Por otro lado, España tiene más de 20.000 hectáreas de maíz transgénico en zonas como Aragón, Cataluña y Navarra, y algo en Andalucía, Extremadura, Castilla y León, etcétera. Es una reserva europea de primera magnitud de especies de mariposas, y muchas de las que existen en nuestro país se podrían ver afectadas por este mismo problema.
Pero me temo que todo lo apuntado, al igual que otras cosas, podría ser sólo la punta del iceberg. Sin embargo, parece que algunos no quieren que se investigue más y quizá prefieran usarnos de cobayas. Y yo me pregunto ¿por qué hay tanta resistencia a establecer una moratoria que vaya más allá de la que, de facto, existe en estos momentos en la Unión Europea? ¿Quién tiene prisa por comercializar los transgénicos? ¿Es que hay alguna urgencia alimentaria en la desarrollada y excedentaria Europa que tenga que hacer que abramos nuestros estómagos a alimentos sobre los que no existen plenas garantías? ¿Es que nos estamos muriendo de hambre? Es más, ¿puede permitirse que, en contra de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos expresada en distintos países de Europa, entre ellos España, en los sondeos realizados sobre este particular, las instituciones se resistan a algo tan racional como una moratoria que aporte garantías? ¿O es que pueden darse por buenas las supuestas garantías de los Estados Unidos? No tengo noticias de que se hayan rebatido las graves acusaciones de posible corrupción vertidas contra los organismos públicos encargados de autorizar los transgénicos en los Estados Unidos como, por ejemplo, la famosa FDA, la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos, que dice que no hay que etiquetar los productos transgénicos porque son iguales que los naturales. La consanguinidad público privada que se ha denunciado es escandalosa, citándose casos como los de Mickey Kantor, que fue Secretario de Comercio de Estados Unidos, y que luego pasó a trabajar en Monsanto, o Michael Taylor, Directivo de la FDA, que redactó normas de etiquetado de una hormona de Monsanto y que trabajó siete años como abogado de Monsanto; se citan además otros casos que no sólo afectan a los Estados Unidos como, por ejemplo, el del Lord de Ramsey, Director de la Agencia de Medio Ambiente del Reino Unido, de quien se denunció que iba a cobrar un millón de libras por cultivos transgénicos de Monsanto en su finca, o la denuncia de que ocho de los trece asesores del Gobierno británico sobre organismos manipulados genéticamente estarían ligados a la industria biotecnológica, y seis de ellos a sueldo. También se denunció el intento de soborno de las autoridades canadienses para conseguir la autorización de una hormona, etcétera. Espero que no se descubra en España nunca algo similar, ni tampoco las intimidaciones a medios de comunicación como, por ejemplo, se ha denunciado que ha sucedido intentando cancelar programas de una televisión de Florida, así como intentos de intimidación a quienes se oponen a estos productos.
¿Debe ceder Europa a las presiones de las multinacionales y de los Estados Unidos, que quieren que comamos carne con hormonas y transgénicos? ¿Deberían ustedes, señorías, plegarse a esos intereses o al deseo de quienes les han votado? No sé si sería conveniente juzgar que los ciudadanos son muy listos, maduros, etcétera, cuando les votan, pero al día siguiente se pueden creer ustedes más doctos que ellos.
Se ha dicho que se quiere hacer una campaña de información sobre los transgénicos para que la sociedad opine con fundamento, dando a entender que la sociedad opina sin fundamento. Espero que ninguna lumbrera paternalista quiera pagar con dinero público una campaña de publicidad interesada a favor de estos productos. Tal campaña sería una vergüenza, como lo es una campaña protransgénicos iniciada por Tony Blair en el Reino Unido. Espero también que esta Comisión no tenga ya prefiguradas sus conclusiones y que sólo sea una escenificación para dar la sensación de que se ha consultado a la sociedad y luego legitimar aparentemente una decisión previamente tomada. Hago votos, como ciudadano, para que sirvan ustedes a España y a los españoles, y no a otras cosas. España no tiene ninguna necesidad de aprobar deprisa y corriendo ni uno sólo de estos productos; no hay ninguna urgencia, las prisas son malas consejeras.
Aparte de los beneficios para las empresas promotoras, ¿qué beneficios aportan estos productos a nuestra dieta? ¿Atendiendo a qué criterios se tolera que lleguen a España cargamentos donde se han mezclado --y esto también es bastante relevante-- productos transgénicos con productos naturales para que no podamos elegir? ¿No perciben ustedes, señorías, representantes de la soberanía popular, la flagrante violación de esa soberanía que supone tal acto? ¿No les parece una violación de la democracia y el Estado de Derecho? Pienso que ustedes no pueden ver complacientemente cómo, de forma claramente antidemocrática, unas multinacionales imponen semejante trágala transgénico a quienes ustedes deben defender.
Puede ser que los españoles sean torpes, o sean tan torpes que no se percaten de las supuestas maravillas de la transgenia, pero están en su derecho de elegir lo que quieren o no quieren comer, y quizá ustedes no deban tolerar, bajo ningún concepto, que nadie les prive de tal derecho, y nadie puede contentarse con pseudoetiquetados que no cubran ni el 10 por ciento de lo que realmente contiene transgénicos, a no ser que nos preocupe más la salud contable de algunas multinacionales que la salud de los españoles, aunque puede ser que alguien esté de acuerdo con que se trate a quienes les pagan su sueldo como si fueran cobayas, y ya se sabe que a los cobayas no se les pregunta su opinión sobre el menú que se les suministra.
Tengo mis dudas sobre el beneficio que los españoles tendremos con estos productos, pero no tengo ninguna sobre los beneficios que tendrán unas empresas que ya controlan el negocio químico y farmacéutico y que ahora pretenden controlar el agrícola y el alimentario o, cuando menos, intentan amortizar sus inversiones, muy importantes, en las investigaciones de ingeniería genética; empresas que crean plantas resistentes a los herbicidas que ellos mismos fabrican, para aumentar las ventas de estos venenos, como el «Round up» de Monsanto, con la soja, por ejemplo; o plantas infértiles, en eso que se ha dado en llamar, como más se le conoce, la tecnología «terminator», donde los campesinos se ven obligados a comprar semillas nuevas todos los años porque son plantas que sólo sirven para una cosecha, y luego no dan semillas fértiles. Así se tiene sujetos a campesinos pobres a los que esto de tener que comprar todos los años semillas carísimas todo el mundo se puede imaginar lo que les puede suponer. Tampoco dudo de que quien manipula genes también puede intentar manipular a la opinión pública, y sobre eso tienen que estar alerta sus señorías. A nadie se le escapa que las empresas implicadas han contratado los servicios de empresas de comunicación para combatir en lo que ellos llaman la guerra de percepciones --entre comillas la palabra percepciones-- que se ha desencadenado; un conflicto donde a algunos puede interesarles que las cosas parezcan lo que no son.
Imagino que habrán oído hablar --algunos quizá más que eso-- de Burson Marsteller, famosa por trabajar para lavar la imagen de entidades y gobiernos libres de toda sospecha, como el argentino tras lo de los desaparecidos; tan respetuosos con los derechos humanos como el de Indonesia, o empresas tan cuidadosas como la Exxon con la marea negra de Alaska, o Unión Carbidge cuando explotó una fábrica de pesticidas, en Bhopal, en la India, en el año 1984, y mató a 7.000 personas y dejó cientos de miles de afectados. No cabe duda de que el historial de esta empresa es toda una garantía, no digo de qué. Según ha trascendido --y esto ha sido publicado-- Burson Marsteller decía a estas empresas que todo era cosa de percepción, de disimular el objetivo de lucro, de dejar que se quemen los políticos y los científicos, y no ellos --ellos no tendrían que dar la cara--, de acentuar las ventajas, como, por ejemplo, las supuestas ventajas ambientales de estos productos, de usar los símbolos y no la lógica, no sé por qué usar símbolos y no la lógica; quizá es que no hay lógica y por eso hay que recurrir a símbolos; no sé si podría echar una mano esta empresa --quizá a alguien se le haya ocurrido ya-- en esa campaña de supuesta información a la opinión pública a la que antes me refería. Y parece que les hace falta, porque probablemente contra las previsiones iniciales están sufriendo duros reveses, si se exceptúan tratos favorables como el que están recibiendo en España con las masivas autorizaciones de cultivos transgénicos experimentales.
Se ve que Europa no es Estados Unidos. Por eso, el Deutsche Bank ha recomendado a sus clientes deshacerse de sus acciones en empresas de biotecnología por la inseguridad del negocio que ven como poco seguro.
Además, la Unión Europea ha aceptado una moratoria de facto que no les ha gustado nada a los Estados Unidos, por lo que siguen presionando. El Gobierno vasco ha decretado ya por su parte una moratoria de cinco años a cultivos transgénicos. Bruselas decidió suspender la autorización de unas variedades de maíz tras saberse el asunto de las mariposas. Empresas asentadas en España han comenzado a suprimir de sus estantes muchos de estos productos, en consonancia con varias grandes cadenas de supermercados europeos que no los incluirán en sus marcas propias.
Alemania ha anunciado que pretende aumentar la responsabilidad jurídica de las empresas relacionadas con productos transgénicos. Austria prohibió el cultivo de un maíz de Monsanto. En fin, son medidas que están mostrando que no les está saliendo todo lo bien que pensaban. Europa está muy sensibilizada tras el tema de las vacas locas, los pollos a la dioxina, la Coca-Cola, etcétera, y, además, Europa no es, afortunadamente quizá, Estados Unidos; quizá Europa debiera ser soberana, aunque sólo sea un poquito, alguna vez.
Además, de rebote, incluso crece poco a poco la oposición en los propios Estados Unidos y se publican libros como éste que se titula «Farmageddon»
--nombre un poco apocalíptico--, donde se muestran los problemas de los productos transgénicos; libros que antes no aparecían en los Estados Unidos, quizá por temor. También existen reticencias en países como Japón, México, Corea del Sur, etcétera.
En Europa --y, como digo, también en otros sitios-- les está saliendo mal y parece por ello que intentan penetrar con más fuerza en el Tercer Mundo, alegando que van a salvarles del hambre cuando, como sabemos, tal cuestión se debe a razones del modelo económico más que a otro tipo de consideraciones.
Y resulta que son precisamente estos supuestos receptores de los teóricos beneficios los que más se resisten. Ello se vio en la reunión de Cartagena de Indias, en la que un grupito de cinco países encabezados por los Estados Unidos se impuso frente a la inmensa mayoría de los países del planeta que querían controles. Estados Unidos no quiere controles, sino que los beneficios de las empresas se impongan a otros condicionantes.
Como me decía el otro día en una entrevista Federico Mayor Zaragoza, Director General de la UNESCO, el mercado no puede gobernar nuestras vidas, sino los valores y no me refiero a los valores bursátiles. El mercado no puede estar por encima de los derechos esenciales de las personas como el derecho a la salud o a un medio ambiente en condiciones; el mercado no puede tener las manos libres. En algunas zonas de la India los agricultores pobres llegan al extremo --quizá un poco radical-- de quemar las cosechas de la multinacional Monsanto, que consideran como una gravísima amenaza. Es obvio que en el Tercer Mundo no ven estos productos como la panacea que sus promotores defienden. Ante estas reticencias, Monsanto podría estar recurriendo, como han denunciado algunas ONGs de ayuda alimentaria, a servirse precisamente de algunas de las principales ONGs de ayuda alimentaria, como CARE, para introducir sus productos en el Tercer Mundo. Sería, según los que lo denuncian, el lobo con piel de cordero.
Hoy por hoy no hay, gracias en parte a cosas como lo de Cartagena de Indias, una legislación internacional que regule el tema. La ONU quizá debiera hacer algo.
¿Por qué la Comisión de Medio Ambiente del Congreso votó en contra de una moratoria de tres años para el comercio y el cultivo de los transgénicos? ¿Tan difícil es seguir un principio mínimo de precaución? ¿Tan incomprensible es pedir simplemente que se estudie más esta cuestión hasta que haya absolutas garantías? ¿O es que precisamente porque se sabe que no hay garantías no se quiere que se estudie el tema durante unos años de moratoria? En Inglaterra, los propios conservadores pidieron la dimisión de Lord Sainsbury, el Ministro de Ciencias del Reino Unido, después de conocer que era propietario, según lo que se denunció, de un gen clave en la biotecnología, y solicitaron varios años de moratoria. Aquí el Ministro de Sanidad, Romay Beccaría, no ve motivos de preocupación, pero la sociedad sí los ve.
Y ya me voy acercando al final.
Esta es, simplemente, mi humilde visión sobre esta cuestión. Espero que sirva de algo, al menos como una opinión más a tener en cuenta.
Un observador objetivo constata que la industria no quiere controles, moratorias, etcétera, pero la opinión pública sí. En sus manos está apoyar a la industria o hacerlo con los ciudadanos que les han elegido.
No se dejen asesorar por las prisas. Los europeos no tenemos prisa. Nos sobra comida normal y corriente como para precipitarnos a ingerir productos sin garantías. Creo que los poderes públicos deben tener la misma prisa que quienes les votan, ni más ni menos. Aquí nos jugamos no sólo la salud pública, sino también quizá la de las propias instituciones que deben representarnos y también si la vida --la vida con mayúsculas-- es sólo cosa de «copyright» y si podemos dejarla al albedrío de algunos científicos o de las multinacionales sin recelar de ellos.
Uno se pregunta cómo ha podido funcionar la vida durante tantos millones de años sin estos todopoderosos investigadores manipuladores de genes.
Uno quizá sea demasiado tradicional y, lo confieso, creía hasta hoy que en la vida había hasta algo sagrado --decir eso hoy en día parece hasta de risa--, algo inviolable, pero ya veo que no, que lo único sagrado es el beneficio y el único dios a adorar es el dinero.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, don Carlos de Prada, naturalista y periodista, por la extensa disertación sobre su opinión y su conocimiento.
Abrimos un turno de portavoces.
Por el Grupo Parlamentario Mixto, tiene la palabra el Senador Torres Cardona.
El señor TORRES CARDONA: Muchas gracias, señor Presidente.
Más que formular preguntas, lo que pretendo es compartir con el compareciente muchas de las interrogantes que nos ha presentado y, de alguna manera, pienso que comparto muchas de ellas y entiendo que sobre muchas de ellas me gustaría conocer la respuesta del señor compareciente.
Al principio se ha referido a que las multinacionales están orquestando a una serie de portavoces para que hagan propaganda, en el mejor sentido de la palabra, de lo bueno que podrían llegar a ser estos productos y, a la vez, estas multinacionales estarían para poder apagar las voces que se oponen a estos productos. Simultáneamente, tachan de lo mismo a las multinacionales. De alguna manera la información neutral, la información de profesionales que no dependen ni de unos ni de otros, ¿existe? Si existe, ¿cómo llega a los ciudadanos? El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Torres Cardona.
Para contestar, tiene la palabra el señor de Prada.
El señor DE PRADA REDONDO (Periodista de la Cadena Cope): Es difícil de determinar, aunque a veces es posible porque la mayor parte de las investigaciones en manipulación genética son sufragadas por la industria y hoy en día, además, el peso de la financiación privada en la investigación es cada vez mayor, es algo que es creciente.
¿Cómo se determina la independencia de un estudio respecto de otro? Es algo complicado saber quién es independiente y quién no lo es, pero también me he referido a estudios de entidades en distintos países de Europa que son críticos con estos productos. Es difícil establecer al cien por cien la independencia de un estudio. El que un estudio sea contrario a estos productos no quiere decir que tenga que ser independiente y porque esté a favor ya no serlo.
Yo he tenido diversos programas y debates con científicos en televisión, en radio, etcétera, y la falta de rigor que se ve en algunos científicos a mí me sorprende. Creo que tienen una mayor falta de rigor por las declaraciones que hacen como, por ejemplo, al decir que un producto transgénico es exactamente igual que uno no transgénico. ¿Cómo se puede sostener eso? O decir, como en algún debate de televisión donde yo he estado con algún catedrático, que la manipulación genética que hoy en día se hace es lo mismo que se hacía hace miles de años desde la revolución neolítica con la selección de las plantas. ¿Cómo se puede decir eso y decirlo un científico catedrático supereminente en estas cuestiones? Lo que yo veo es que aquellos que son críticos con estos productos, por la propia naturaleza de lo que sucede, tienen que tener un mayor rigor que aquellos que no los combaten, sino que están a favor de ellos, porque como los que están a favor van a corriente de todas las inversiones que se hacen en biotecnología, de toda una serie de poderes económicos que están funcionando, se pueden permitir una mayor alegría. Yo veo difícil determinar qué organismos son o no son independientes, pero lo que sí creo que se puede afirmar muy seriamente es que hay sectores claramente interesados, porque el que paga manda. Eso es una realidad, y la ciencia no es neutra, especialmente cuando una persona que dice algo en contra de algo a los dos días, más o menos, le echan, y al que dice lo que sea, incluso sin ningún rigor, a favor de eso no le sucede nada.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.
Corresponde el uso de la palabra al portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, don Ramon Aleu i Jornet.
El señor ALEU I JORNET: Gracias, señor Presidente.
Quiero darle las gracias por su comparecencia, que puede servirnos de una gran ayuda, sobre todo por la cantidad de afirmaciones que ha hecho poniendo en duda la viabilidad de la experimentación transgénica.
Concretamente, en la primera parte de su intervención ha citado un gran número de experimentos, testimonios y artículos --al principio he tomado nota, pero al ver que eran tantos he dejado de hacerlo pensando en que lo podría leer en el «Diario de Sesiones»-- como el experimento de Aberdeen, la actividad de la Asociación Médica Británica, la revista «La Recherche». ¿Podría hacernos llegar toda esta documentación que, por la brevedad de su exposición, sólo nos ha citado? Le agradeceríamos que lo hiciese porque nos sería de gran ayuda para continuar los trabajos de esta Comisión, y le pido que no dude de la voluntad de la misma.
El señor DE PRADA REDONDO (Periodista de la Cadena Cope): No dudo. He dicho que querría que no fuese así, no que dude.
El señor ALEU I JORNET: Bien, es una manera de decir que duda. (Risas.) Lo que nosotros queremos es que no dude de que lo que nosotros pretendemos es, primero, que se produzca un debate en el que puedan comparecer todas las partes y, segundo, que si somos capaces de llegar a conclusiones --a lo mejor no es tan fácil como parece--, podamos ofrecer las recomendaciones pertinentes a la sociedad y a los gobiernos.
Si puede hacernos llegar la información que le he solicitado, se lo agradeceremos profundamente.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Aleu.
Supongo que no tendrá que contestar puesto que ya ha intervenido.
(Pausa.) Corresponde ahora hacer uso de la palabra al Grupo Parlamentario Popular.
Tiene la palabra doña Mercedes Coloma Pesquera.
La señora COLOMA PESQUERA: Muchas gracias, señor Presidente.
Quiero agradecerle al compareciente, don Carlos de Prada, su presencia en esta Comisión y su exhaustiva exposición que, además, ha hecho con bastante energía. Me gustaría puntualizar algunos aspectos y formularle algunas preguntas.
En primer lugar, apostillando lo que acaba de decir el portavoz del Grupo Socialista, el Senador Aleu, me gustaría aclararle que en esta Comisión no tenemos nada predeterminado ni muchísimo menos, ni un tiempo prefijado para terminar los trabajos de la Comisión. Precisamente se trata de escuchar al mayor número de comparecientes posible a fin de poder elaborar un trabajo serio y riguroso que nos permita llegar a unas conclusiones para bien de toda la sociedad.
Quiero decirle que en esta Casa, en el Parlamento y, en general, todos los que representamos a los ciudadanos no tratamos a los españoles --porque nosotros también lo somos-- como torpes ni los tachamos con calificativos similares. Muy al contrario, estamos aquí para representarles porque nos han elegido; nos debemos a ellos y queremos su bien.
Ha hecho una serie de apreciaciones que quiero puntualizar. No intentamos manipular a las personas, ni igualamos nuestra actividad a la manipulación genética. Son conceptos totalmente distintos.
Acaba de hacer una apreciación sobre este tipo de técnicas diciendo que no se pueden comparar con otras cosas porque no es lo mismo un organismo que otro. Estoy de acuerdo, pero la modificación genética es una prueba más de biotecnología y es algo que existe desde antiguo. Cuando dicen los científicos que se practica desde hace miles de años, están en lo cierto; el vino, la cerveza y otros muchos productos son consecuencia de aplicar la biotecnología. Le digo esto porque creo que estoy en lo cierto, pero usted puede no estar de acuerdo y yo estaré encantada de que me dé su opinión.
También ha comentado que los científicos son asalariados de las multinacionales. Es cierto que los científicos que trabajan para multinacionales son asalariados de multinacionales. Pero los que trabajan para organismos independientes, son independientes, y no creo que tengan ningún interés por decir si consideran buenos o malos --algunos se manifiestan a favor y otros en contra-- este tipo de organismos. Por tanto, creo que no es adecuado generalizar, y no se puede meter a todos los científicos en el mismo saco. Les avala una trayectoria impecable, al menos a la mayoría, y cuando dicen algo lo hacen con conocimiento de causa.
Hemos oído que los OMGs no son iguales a los productos naturales, pero cuando estos productos llegan al final del proceso de producción de alimentos han cumplido una serie de requisitos para poder ser autorizados. Esta mañana hemos tenido la oportunidad de escuchar a la compareciente, la Presidenta de la Comisión Nacional de Bioseguridad, quien nos ha manifestado que el principio de precaución y de estudio caso por caso es así y que ha de ser llevado hasta los últimos extremos para poder comercializar un producto de este tipo.
Como miembro de un programa de una cadena de radio, le pregunto si han hecho algún estudio, si tienen algún eurobarómetro sobre el conocimiento que tienen los ciudadanos de los organismos modificados genéticamente; es decir, si saben los ciudadanos, que no tienen por qué saberlo --ni siquiera los miembros de esta Comisión porque ninguno de los que estamos aquí somos expertos en este tema--, que todo lo que comen contiene genes, que los genes no es algo extraño, que los tenemos todos nosotros y los alimentos. Si tiene datos sobre el nivel de conocimiento de la ciudadanía, me gustaría que me lo hiciese saber.
¿Piensa usted que los alimentos que contienen organismos modificados genéticamente no han sido lo suficientemente estudiados para ser comercializados? Ha citado que se han dado casos de fallecimiento por el consumo de organismos modificados genéticamente. Me gustaría saber si hay algún estudio científico, a través de necropsias, que confirme que estas personas han fallecido por haber consumido este tipo de organismos.
Nada más. Quiero agradecerle su presencia aquí, que servirá de mucho para los trabajos que lleva a cabo esta Comisión.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señoría.
Para contestarle tiene la palabra don Carlos de Prada.
El señor DE PRADA REDONDO (Periodista de la Cadena Cope): Han sido muchos los aspectos puntualizados y las preguntas formuladas, pero voy a tratar de dar respuesta a todo ello.
En cuanto al asunto de los fallecimientos, se produjo en Estados Unidos por un triptófano manipulado genéticamente por una compañía japonesa. Por procesos alérgicos se asoció a su consumo, pero no sé si se hicieron estudios; tendría que comprobar si se hizo alguna necropsia, si se hizo o no un estudio y si se llegó a alguna conclusión (ver notas a pié de página).
Me pregunta que si pienso que no han sido suficientemente estudiados estos productos y sus efectos. Me remito a lo que le he comentado sobre la FDA, la Administración para los Alimentos y Fármacos de Estados Unidos, porque es donde se ve esa consanguinidad. Es decir, en Estados Unidos una Administración tiene que controlar que un producto de la multinacional Monsanto se autorice. Pero resulta que personas que llevan trabajando años en Monsanto entran en la FDA, y curiosamente es cuando se aprueba aquello que apoyaban cuando estaban en Monsanto. Luego, salen de la FDA y se vuelven a incorporar a Monsanto, y no sé hasta qué punto esta situación puede arrojar alguna garantía.
En cualquier caso, en Estados Unidos pueden creer que con la FDA queda garantizado, pero nosotros estamos en Europa, en España, y si los ciudadanos no confían en esa garantía, podríamos tomarnos un tiempo para estudiarlo y comprobar si nosotros creemos si hay o no garantías. Los Estados Unidos pueden autorizar lo que quieran, pero habrá que aclarar por qué lo hacen y qué es lo que está pasando con la FDA por las denuncias habidas.
Respecto a lo que me preguntaba sobre el conocimiento que tienen los ciudadanos de lo que es un organismo manipulado genéticamente, no sé si se ha realizado estudio alguno sobre ello, pero viene a abundar un poco en lo que he dicho al principio. Da la impresión de que se juzga que los ciudadanos no tienen conocimiento ni fundamento. (La señora Coloma Pesquera: Yo no he dicho eso.) ¿Qué conocimiento tienen los ciudadanos? Yo no dispongo de ningún estudio sobre ello. Sin embargo, se han hecho sondeos y se demuestra que los ciudadanos están en contra. A lo mejor es que se oponen porque no tienen ni idea o hay gente muy sabia, que sí tiene idea, y está a favor o hay gente muy sabia que está en contra. Pero si los ciudadanos están en contra, no sé si hay que preguntarles si tienen o no conocimiento o, simplemente, considerar que están en contra. Eso me parece a mí. ¿O es que vamos a realizar un estudio de toda la población española para constatar si saben o no? Además, para que tengan conocimiento, ¿quién les va a suministrar esa campaña de información y con qué clase de datos? ¿Estos van a ser contrarios, van a ser a favor de la biotecnología y de los intereses de las multinacionales? Al final no sería una campaña de información, sino de propaganda. No es que yo presuponga que va a ser así, mi inquietud es que pudiera ser así, ya que se estaría manipulando a los ciudadanos. Si fuera así, se les estaría manipulando.
En cuanto a si los científicos son asalariados de las multinacionales o de los organismos independientes, hay algunos que trabajan en las primeras y otros en entidades aparentemente independientes que, sin embargo, perciben ayudas de las multinacionales para las investigaciones.
En las universidades y en organismos científicos hay un montón de convenios de investigación que pagan empresas. Es constante en las universidades españolas y de todo el mundo. No he generalizado, es decir, los científicos son como todo el mundo, como los políticos, los periodistas, como cualquier persona de la calle. No todos son personas influenciables por parte de quien les paga, sino que hay gente íntegra, hay quien no lo es, hay gente que se deja influir, consciente o inconscientemente, y hay gente que no.
Me comenta que hay manipulación genética o biotecnología desde muy antiguo. Sí, pero no es comparable lo que se llama la selección artificial con la natural. La primera significa que si el hombre ve aparecer, por ejemplo, un perro que ataca y que sirve para defensa o uno que sirve para las ovejas o una vaca que da más leche, selecciona y, a lo largo de muchas generaciones, aparecen variedades espontáneamente en esos organismos. No es lo mismo seleccionar «a posteriori» una modificación que ha aparecido en la propia naturaleza, aunque sea domesticada, que lo que se hace hoy en día, que con microscopios y aparatos supercomplejos se modifica directamente en el ácido desoxirribonucleico, es decir, en el ADN, en el código genético. Es decir, no es comparable modificar directamente sobre el ADN en un laboratorio, desde ningún punto de vista, con una modificación --creo que eso es de dominio público-- habida en la naturaleza, incluso en estado de domesticidad porque, evidentemente, hace miles de años no había laboratorios.
Me decía que ustedes no intentan manipular. Se ha excusado y yo no había dicho eso. Yo no he dicho que ustedes intenten manipular. Lo único que he expresado es mi recelo a que se pudiera intentar hacer una serie de cosas. No he dicho que se vayan o no a hacer. Yo, como ciudadano, pretendo simple y llanamente y con toda la nobleza del mundo --eso creo, aunque puedo equivocarme, pero pienso lo que pienso y tengo los recelos que tengo-- evitar algo que temo, que se puedan tomar decisiones que afecten muy negativamente a la vida de mis hijos y de las próximas generaciones. Yo creo que el poder político ha dado pruebas de que a veces hay que ser receloso de él, lo mismo que hay que serlo del económico. Yo creo que hay que controlar al poder político. A lo mejor, yo no soy nadie para hacerlo, o sí, como ciudadano. Y tengo que expresar el recelo de que se pueda intentar manipular a la población, de que en esta Comisión ya pudiera existir en algún sector una predeterminación en uno u otro sentido. Yo creo que es sano que lo diga porque si nadie dice lo que piensa y todo el mundo dice lo mismo, yo creo que, al final, no se va a llegar a ninguna solución ni cuestión positiva.
Creo que ya he contestado a todas las preguntas.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor compareciente.
A continuación, abrimos un turno por si alguna de sus señorías quiere hace alguna pregunta a título individual al señor compareciente.
El señor Socías tiene la palabra por el Grupo Socialista.
El señor SOCIAS PUIG: Buenas tardes.
Después de escuchar su intervención, me da la sensación de que usted no se fía mucho de la imparcialidad que puedan tener los organismos oficiales como la Comisión Nacional de Bioseguridad, etcétera, a la hora de evaluar los beneficios o perjuicios de los alimentos transgénicos.
¿Quién cree usted que debería ser el organismo o personas encargadas de velar por la bondad o maldad de este tipo de productos? Mi segunda pregunta es que me gustaría saber si, atendiendo a esta mayoría de edad que reclama para todos los ciudadanos, no sería mucho más deseable una campaña de información imparcial y, posteriormente, y a través de un etiquetado correcto de todo tipo de productos que lleven durante su elaboración o en el contenido elementos transgénicos, que los mismos ciudadanos a quienes van dirigidos decidan si utilizan o no estos productos.
En tercer lugar, y repitiendo en parte la pregunta que hacía la representante del Grupo Parlamentario Popular referente a los fallecimientos que hubo en Estados Unidos, me interesaría saber --si dispone del estudio-- qué tipo de enfermedades presentaron, qué tipo de patología tuvieron los otros 1.500 afectados y, de alguna manera, qué tipo de estudios se hicieron para relacionarlo con la ingestión de alimentos transgénicos o de ese triptófano modificado.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señoría.
Tiene la palabra para contestar el señor De Prada.
El señor DE PRADA REDONDO (Periodista de la Cadena Cope): A su señoría le da la sensación de que no me fío mucho de los organismos que controlan este tipo de alimentos, de la Comisión Nacional de Bioseguridad, etcétera. Yo ni me fío ni dejo de hacerlo. Uno debe fiarse y no fiarse de los políticos y de las instituciones, debe ser vigilante, siempre, y ni me fío, ni me dejo de fiar, estoy vigilante.
Sobre quiénes tienen que ejercer el control, creo que toda la sociedad, ONGs, las asociaciones de consumidores, todas las personas que puedan opinar y, cuántas más, mejor, y no una casta de expertos supuestamente eminentes ni un grupo concreto de personas. Hay que escuchar todas las voces posibles porque, cuantas más se escuchen, más rica será la opinión que se tenga sobre algo y mucho más acertada podrá ser, lo que creo que es una de las virtudes que debería tener una democracia. No creo que haya que escuchar las voces de un grupo de eminencias que a saber qué eminencias serán. Es mi opinión.
Vuelve a hablar de la campaña de información imparcial. Si es así, me parece bien. Es decir, una página diciendo las maravillas y otra exactamente igual, diciendo todas las barbaridades, pero no todas las páginas cantando maravillas. Tiene que ser al mismo nivel.
En cuanto al etiquetado de los productos para que los ciudadanos puedan elegir, eso ya es dar por sentado que se envasan los productos y posteriormente se etiquetan. ¿Qué hacemos con los problemas que se denuncian, por ejemplo, de contaminación genética, de paso de genes de una cosecha de soja manipulada a otra sin manipular y de todo ese tipo de problemas ambientales a los que antes nos hemos referido? Porque también hay que considerarlos. Sin embargo, si nos basamos simplemente en que se les dé luz verde para que luego los ciudadanos hagan lo que sea, éstos al final, quieran o no, si se generaliza el proceso, van a estar comiendo productos manipulados genéticamente, incluso aunque, a lo mejor, hayan estado en un cultivo biológico, porque habrá sido contaminado con genes de un cultivo vecino.
Los datos que yo tengo aquí sobre el estudio que se ha hecho en Estados Unidos indican --aunque habría que mirar toda la documentación que he revisado-- que algunas de estas personas padecieron una enfermedad llamada mialgia eosinófila, que es una enfermedad extraña y que --según algunas personas que denunciaron esta cuestión-- podría tener que ver con ese triptófano transgénico.
En cualquier caso, de los cambios podrían derivarse alergias. El ADN es el código que genera una serie de proteínas. Si cambias el ADN, modificas las proteínas. Obviamente, cambia la naturaleza. Las relaciones entre unos genes y otros cambian la naturaleza de la composición de los alimentos.
Gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor De Prada.
Tiene la palabra la Senadora Almeida.
La señora ALMEIDA CASTRO: Muchas gracias, señor Presidente.
Debemos felicitarnos de que, a veces, aunque sea duro, nos den un poco de caña y nos adviertan que, aunque seamos representantes elegidos, las cosas son así, pues tenemos que estar advertidos, aparte de ser elegidos.
Está bien que alguien, tenga o no la razón --no se la voy a dar, aunque comparto muchas de las cosas que ha dicho--, nos advierta de la realidad.
Hoy hay mucha polémica sobre este tema. Sólo hay que ver una de las cosas menos controlables, como es Internet, para saber cuál es la situación, pues hay miles de páginas, lo cual da idea de los grandes problemas que existen.
¿Que es un tema polémico? Lo sabemos. La Presidenta de la Comisión Nacional de Bioseguridad nos decía esta mañana que, incluso, en Europa hay países que han optado por prohibir --lo ha repetido también el compareciente-- algunos productos: unas clases de soja en Grecia y en Francia otro tipo de productos, ya que todo el mundo no lo ve tan claro.
Los miembros de la Comisión que hemos creado aquí, aunque elegidos por los ciudadanos, no somos listos de una forma absoluta; somos gente consciente de que hay que controlar las cosas que van viniendo, la modernidad, quizá para oponerse a ella.
Me gustaría preguntarle, aunque se nos dé un punto de vista tan crítico como es el suyo, si cree que la gran diversidad órganos que se ocupan de este tema --nos ha dicho que es competencia de los Ministerios de Agricultura, Sanidad, Educación, Medio Ambiente, etcétera-- es buena para el control de estos productos o es una amenaza más para este control.
Cuando digo que es una amenaza estoy dando una opinión.
Segunda pregunta: ¿Hay algún órgano dentro de las instituciones al que tengan acceso organizaciones que no se limiten a realizar una mera denuncia, sino que participen en la discusión, tales como organizaciones no gubernamentales u organismos que sean más críticos con los intereses económicos que suscita esta cuestión? Y tercera y última pregunta: ¿Las autorizaciones que se están dando pueden afectar al futuro de nuestro país? Le hago esta pregunta porque el gran problema de estos productos no es el producto en sí, sino los efectos sobre la tierra, sobre los pesticidas, sobre la dependencia, a la larga, de unas patentes que cada vez van a estar en manos más privadas y que van a tener un mayor interés económico que social. Desde su punto de vista, ¿eso está controlado en nuestro país o habría que hablar de alguna situación concreta, aparte de las europeas, para poder ser más enérgicos con este tema? El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señoría.
Para su contestación, tiene la palabra don Carlos de Prada.
El señor DE PRADA REDONDO (Periodista de la Cadena Cope): Muchas gracias, señor Presidente.
Inicialmente su señoría me preguntaba si la gran diversidad de organismos es buena o mala para el control. Suele suceder, no solamente con estos asuntos, sino con otros, que se puede crear un caos de competencias y uno no sabe cuál es su competencia y cuál no. Estos hechos crean espacios donde se pueden filtrar muchas cosas y se pueden cometer errores. Lo cierto es que si cada uno cumpliese con la competencia asignada, es decir, si el Ministerio de Sanidad velase por la salud y las plenas garantías, por un principio de precaución, etcétera, si el Ministerio de Medio Ambiente velase por el medio ambiente, si el Ministerio de Agricultura tuviera una serie de criterios, a lo mejor, no habría ningún problema. Pero personalmente dudo --y perdónenme-- de que realmente estos organismos estén velando de forma conveniente por estas cuestiones. Creo que se autorizan muy alegremente estas cosas.
Me preguntaba usted también por los cauces para las ONGs u otro tipo de organizaciones, por la participación de la sociedad en las instituciones.
En este sentido no hay más que ver lo que ha sucedido con el Consejo Asesor de Medio Ambiente que, por ejemplo, podría estar hablando sobre estas cuestiones y está aniquilado. El Consejo Asesor de Medio Ambiente está aniquilado, prácticamente no existe. Creo que no hay cauces suficientes de participación de la sociedad. Los políticos y las instituciones están en un nivel y los ciudadanos en otro y tienen muy poca capacidad para que su voz sea escuchada. Esa es mi impresión subjetiva, humilde, probablemente equivocada, pero mi impresión.
En cuanto a las autorizaciones de estos productos, creo que su señoría se referirá a si las autorizaciones --España es uno de los auténticos paraísos para los cultivos transgénicos-- de estos cultivos, de estos productos, pueden afectar al futuro. Yo creo que sí. Si estos productos se están sembrando en una serie de zonas del país, si --como es lógico-- luego el polen se dispersa con el aire, posiblemente tendrá efectos.
¿Está esto controlado? Pues yo creo que no está controlado debidamente.
Esa es mi impresión a la vista de lo que veo en el desempeño de mi labor al seguir estos temas día a día, leyendo informes, etcétera. Mi impresión personal, que puede estar equivocada --pero yo creo que no--, es que realmente esto no está controlado en absoluto.
El señor PRESIDENTE: Gracias.
Señorías, antes de terminar quisiera hacer una manifestación propia a don Carlos de Prada.
Esta Comisión, don Carlos de Prada, se creó, precisamente, porque hay una inquietud en la sociedad y, lógicamente, esa inquietud en la sociedad transciende al mundo político y, como representantes políticos que somos de distintos partidos que componemos la Cámara Alta, estamos aquí representados. A esta Comisión viene todo el mundo a expresar con total libertad su opinión. Nosotros lo único que hacemos es recoger opiniones y luego contrastarlas.
Estamos muy agradecidos de que haya venido a comparecer aquí hoy. Tomamos buena nota de sus manifestaciones. Sus opiniones pueden ser compartidas por algunas de sus señorías o no, pero lo cierto es que son manifestaciones válidas de un gran sector de la sociedad.
Quiero que se lleve la impresión de que la aportación que ha hecho a esta Comisión ha sido útil. Le agradezco mucho, en nombre de sus señorías y en el mío propio, que haya accedido a realizar esta visita a esta casa que es la suya.
Muchas gracias.
El señor CARLOS DE PRADA REDONDO (Periodista de la Cadena Cope): Muchas gracias, señor Presidente. Gracias, señoría.
El señor PRESIDENTE: Gracias a usted de nuevo.
Se levanta la sesión.
Eran las diecisiete horas y treinta y cinco minutos.
NOTAS SOBRE EL ASUNTO DE LAS MUERTES POR EL TRIPTÓFANO:
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^ Slutsker L, Hoesly FC, Miller L, Williams LP, Watson JC, Fleming DW (1990). "Eosinophilia-myalgia syndrome associated with exposure to tryptophan from a single manufacturer". JAMA 264 (2): 213–7. doi:10.1001/jama.264.2.213. PMID 2355442.
-
^ Back EE, Henning KJ, Kallenbach LR, Brix KA, Gunn RA, Melius JM (1993). "Risk factors for developing eosinophilia myalgia syndrome among L-tryptophan users in New York". J. Rheumatol. 20 (4): 666–72. PMID 8496862.
-
^ Kilbourne EM, Philen RM, Kamb ML, Falk H (1996). "Tryptophan produced by Showa Denko and epidemic eosinophilia-myalgia syndrome". The Journal of rheumatology. Supplement 46: 81–8; discussion 89–91. PMID 8895184.