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La contaminación química compromete la biodiversidad de los ecosistemas húmedos españoles

LA MALA CALIDAD DE LAS AGUAS DULCES:
UNA SERIA AMENAZA PARA LA BIODIVERSIDAD EN ESPAÑA
 
La importancia de la correcta conservación de los ecosistemas hídricos, ha llevado a una gran preocupación de las más diversas ONG,s que se ha manifestado, entre otras cosas en el desarrollo de diversas campañas.
 
Tanto la debida cantidad como la calidad de las aguas son esenciales para el mantenimiento de la biodiversidad de ecosistemas como ríos y humedales.
 
Por otro lado ambas, calidad y cantidad, están profundamente vinculadas, en especial en países como España, donde la reducción de caudales por las más diversas razones , naturales y/o antrópicas, redunda en un incremento notable en la concentración de contaminantes. Así, los escenarios de disminución de caudales a causa del cambio climático, aparte de los vinculados a la sobreexplotación de las aguas en muchas zonas, tendrán como consecuencia, y están teniendo ya, entre otras muchas cosas, un agravamiento de fenómenos de polución. Además actividades como , por ejemplo, la intensificación agraria para regadíos , suponen a un tiempo tanto una merma de los caudales como un incremento en el uso de sustancias químicas que los contaminan. A consecuencia de toda una serie de factores de esta clase es previsible que la situación de contaminación química de muchos cursos de agua y de los ecosistemas asociados a ellos, pueda agravarse.
 
El Fodesam no puede hacer otra cosa que hacer hincapié, dentro de sus campañas, en que se adopten medidas que mejoren situaciones como las descritas.
 
Una cosa llamativa, y suficientemennte elocuente acerca del mal obrar de algunas administraciones implicadas en el tema, es que España haya sido denunciada por no trasponer ni aplicar  correctamente la Directiva Marco de Aguas de la Unión Europea. En concreto se denunció que España relajase los criterios de calidad química de las aguas respecto a los existentes en otros países o la ineficiente depuración.
 
Algunos de los más importantes ecosistemas españoles son, además, humedales sometidos a un fuerte proceso de contaminación. Pensemos, por ejemplo, en el Parque Nacional de Doñana o en el Delta del Ebro, ambos situados en la desembocadura de ríos que recogen a lo largo de su cuenca una importante cantidad de contaminantes químicos procedentes de ciudades, industrias, cultivos,... Lo propio puede decirse de otras zonas húmedas relevantes, como algunas de La Mancha Húmeda, que en muchos casos soportan niveles de polución química intolerables.
 
Al margen de los espacios naturales protegidos más conocidos, otros muchos ecosistemas valiosos, con protección legal o sin ella, se están viendo seriamente afectados a lo largo y ancho del país. En general, por ejemplo, el debido equilibrio de las comunidades biológicas de los ríos, está siendo seriamente comprometido por la polución química de una forma muy extensa.
 
Existen numerosos tramos de ríos sometidos a una fuerte contaminación química. Si nos ceñimos tan solo al Registro Estatal de Fuentes Contaminantes, que tiene evidentes limitaciones y que se centra en 44 sustancias prioritarias y en lo que las propias industrias reconocen verter, las aguas españolas recibían hace unos pocos años más de un millón doscientas  mil toneladas de sustancias químicas contaminantes.
 
Si hay algo que pueda perturbar con fuerza especial la integridad de los ecosistemas hídricos es, sin duda alguna, la polución química que tiende a cebarse de forma singular en este tipo de hábitats, acumulándose en las aguas, sedimentos y seres vivos. 
 
La literatura científica que describe los más diversos efectos que tiene la contaminación química de las aguas sobre las especies que viven en estos ecosistemas es extensísima, afectando a todos los niveles de la cadena alimentaria. No conviene olvidar, por ejemplo, el papel que tuvieron los contaminantes orgánicos persistentes en el declive de especies como la Nutria en diferentes países europeos.
 
Las poblaciones animales de los ecosistemas hídricos, son especialmente sensibles a la contaminación química. Ejemplo notorio de ello, a nivel internacional, es lo sucedido con las águilas calvas , con las poblaciones de gaviotas de los Grandes Lagos, o con las panteras de Florida (por factores como su costumbre de capturar grandes devoradores de pescado contaminado con mercurio como los mapaches).
 
Los más diversos estudios, han constatado efectos de la polución química , como daños reproductivos, sobre las más diversas especies ligadas a ecosistemas acuáticos ( pigargos, águilas pescadoras, gaviotas , charranes, cormoranes, anátidas, garzas, nutrias, visones, tortugas, ranas, salamandras, truchas, salmones, carpas, gobios, moluscos,...).
 
Preocupan particularmente en estos momentos, y se han realizado los más diferentes estudios sobre ello, los efectos sobre tipos de especies particularmente sensibles a la contaminación química , aún a niveles muy bajos de concentración, tales como los peces o los anfibios (en este último caso, se trata de taxones que están sufriendo además fuertes declives poblacionales que diferentes estudios sugieren que, en mayor o menor medida, podrían verse agravados por la polución química de las aguas).
 
A nivel nacional, se han registrado, como no podía ser de otro modo, muchos de los mismos efectos. Uno de los temas que más preocupa es el de las graves alteraciones hormonales que están siendo detectadas , de forma muy extensa, en los peces de diferentes cuencas fluviales españolas, a consecuencia de la existencia , aún a niveles bajos, de determinadas sustancias contaminantes. Trastornos que pueden comprometer seriamente el correcto funcionamiento de esas comunidades zoológicas, tanto de las especies aludidas como de las que dependen de ellas.
 
En España se han detectado compuestos perfluorados , por ejemplo, en especies como las anguilas del río Ebro o el Miño (la contaminación química podría ser un factor más, entre otros, que estuviése contribuyendo al declive de especies como esta).
 
En ríos como el Cinca (Huesca) se han detectado muy altas incidencias de patologías hepáticas en peces , como barbos y alburnos, asociadas a vertidos industriales con mercurio. En algunos tramos de este río , afluente importante del Ebro, sigue existiendo contaminación directa por tóxicos como el DDT, entre otras sustancias. Y , por supuesto, se han detectado también estos contaminantes y sus metabolitos en altas concentraciones en especies de peces como barbos, truchas o carpas, lo que ha llevado al Gobierno aragonés a desaconsejar su consumo.
 
Los efectos de tóxicos de esta clase sobre la fauna silvestre son bien conocidos. Entre ellos se cuentan , en los peces: daños en el tiroides, disminución de la fertilidad y del éxito en la incubación, malformaciones, feminización,...; al igual que en las aves, donde también se han constatado daños inmunológicos, por ejemplo; en las tortugas se han visto disminución en el éxito de incubación y malformaciones, y en los mamíferos, entre otras cosas, daños inmunológicos y disminución de la fertilidad. 
 
Al margen de ello, especies no únicamente ligadas a estos entornos, pero que también lo están en algunos casos, también han sido estudiadas por la presencia singular de contaminantes en algunos de estos lugares, como puedan ser el águila imperial o el milano real en Doñana, por ejemplo.
 
Preocupan mucho los efectos que los contaminantes hormonales están teniendo sobre las poblaciones de peces fluviales en España. Algunos datos como los de feminización de los machos de diversas especies de peces en ríos como el Llobregat, son realmente alarmantes. Por supuesto, no conviene olvidar tampoco estudios como los que han detectado hermafroditismo en peces en lugares como Urdaibai (Vizcaya) a consecuencia de la contaminación fluvial.
 
Junto a contaminantes más tradicionalmente estudiados, como los COPs, últimamente está creciendo la atención acerca de otros emergentes, como los fármacos que se vierten desde las estaciones depuradoras de las ciudades. En España, el CSIC participa en un estudio europeo, el Proyecto Aquaterra, para determinar el alcance del problema en el Ebro. Analgésicos, anti-inflamatorios, antidepresivos, antibióticos, anti-histamínicos,anticonceptivos,... llegan a los ríos a través de la orina o por personas que se desprenden de fármacos a través del inodoro. Diversos estudios realizados han registrado daños en el hígado y los riñones de truchas por alguno de estos productos, así como procesos de feminización de los machos de varias especies,...
 
Directamente vinculado a la contaminación de las aguas dulces está, en muchos casos, la de los mares en los que vierten los ríos, por lo que los efectos de la contaminación química de estos tienen una extensión aún mayor. En este sentido conviene recordar el gran número de estudios científicos que muestran una vinculación entre la inmunosupresión, y una mayor incidencia de las más diversas enfermedades infecciosas, en estuarios y mares que reciben estos contaminantes (y que se suman además a los vertidos desde las propias costas), en poblaciones de las más diversas especies, tales como los mamíferos marinos, focas, delfines, calderones, marsopas,...
  
Un aspecto que no conviene descuidar, y en el que están haciendo hincapié las más diversas entidades científicas, es el papel de los animales salvajes y muy en particular de algunos seres vivos acuáticos, como “centinelas” de la propia salud humana.
 
Ello acrecienta la importancia de todo lo que se haga en este ámbito y debiera generar un extraordinario interés de los españoles que, obviamente, ponen una gran atención en todo lo que atañe a cuestiones sanitarias.
 
Vigilar la salud de la Naturaleza no es más que otra forma de hacerlo con la de los seres humanos, toda vez que, precisamente, innumerables estudios científicos ligan las mismas sustancias químicas que producen estragos en los animales salvajes con problemas de salud humana.
 
Todo lo anterior cobra singular trascendencia toda vez que hablamos de preservar la pureza, además, de un elemento absolutamente básico para la vida como es el agua.
 
Ante la magnitud del problema, es evidente que debería potenciarse el conocimiento sobre el tema. El Fodesam, dentro de los medios disponibles, trabajará  en la revisión de la abundante literatura científica existente acerca de los daños que sobre la biodiversidad de los ecosistemas hídricos origina la contaminación química y conncienciará acerca de ello.
  
Debería conocerse bien lo que sucede en zonas con problemas especialmente preocupantes, de espacios naturales relevantes afectados (ríos, humedales, espacios protegidos,...) y detallar la situación de especies concretas de singular interés que puedan estarse viendo afectadas en España. Así mismo, debería establecerse cuales son  las fuentes de dichas contaminaciones ( agrícola, urbana, industrial,...) , detallándose  los grupos de sustancias más preocupantes ( organoclorados, metales pesados, alquilfenoles, compuestos perfluorados, retardantes de llama bromados, fármacos,... ) y sus efectos concretos sobre cada tipo de especie. Y, por supuesto, es urgente presionar para que se llegue a  soluciones , haciendo las recomendaciones y exigencias pertinentes, de cara a que sean tenidas en cuenta en las legislaciones y en los planes y actuaciones oficiales en política de aguas. Por ejemplo, en todo lo que tenga que ver con la calidad de las aguas dentro de la Directiva Marco.
 
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