Amianto
Uno de los ejemplos más característicos de enfermedades causadas en el entorno laboral y de la forma lamentable con que suelen afrontarse , especialmente en países como España, lo tenemos en el caso del amianto y las enfermedades que genera la exposición al mismo: fibrosis pulmonar (o asbestosis), mesotelioma pleural (cáncer de pleura) y cáncer de pulmón, derivados de aspirar pequeñas fibras de amianto (1). Para hacernos una idea de la entidad de este problema basta ver que ,según un estudio que encargó la Unión Europea, por sí sola, la exposición al amianto podría causar en Europa la muerte de medio millón de personas en un periodo de 35 años. Si nos limitásemos a España hablaríamos de decenas de miles (probablemente 50.000).
Son muchos los sectores laborales expuestos al amianto. Van desde los empleados en industrias de fibrocementos a mecánicos de automóviles, pasando por trabajadores de la industria naval y portuaria, albañiles , fontaneros, electricistas, caldereros, personas que trabajan en reparación ferroviaria o en la industria textil,...
Debemos tener en cuenta que el amianto ha sido utilizado en miles de productos diferentes tales como revestimientos, techumbres, aislantes térmicos y sonoros, conducciones, depósitos de agua, tostadoras, pastillas de freno y ferodos de embrague, fibras textiles, material ferroviario, etc.
En estos momentos uno de los grupos de trabajadores que más preocupan son precisamente –tras la prohibición del amianto- los que trabajan en la desamiantización de tantos y tantos edificios e instalaciones que tienen este material en sus tejados, techos, paredes, tuberías, sistemas de aire acondicionado, etc.
La historia de lo sucedido con el amianto es larga y suficientemente elocuente sobre como empresas y autoridades pueden relativizar el valor de la vida humana y de la simple verdad cuando hay en juego intereses económicos poderosos. Hoy nadie discute la peligrosidad del amianto y, la verdad , no parece que los problemas de eliminarlo y sustituirlo hayan sido demasiado importantes. Pero hasta hace poco no fue así.
No es precisamente que haya sido recientemente que la ciencia conociese su peligrosidad. De hecho, ya desde principios de los años 50 la ciencia tenía meridianamente claro que el amianto era un poderoso agente cancerígeno. Pero los intereses industriales, simplemente por las molestias que les representaba reconvertirse y cambiar el negocio, se sirvieron de todo su poder político para que se demorase la adopción de medidas, condenando a muerte a decenas de miles de personas.
Aquí no podemos extendernos mucho, pero les recomiendo que , si pueden, lean lo que les sea posible acerca de este tema. Es apasionante conocer los detalles de cómo se actuó , encubriendo el problema década tras década. Como se ponían en duda y se desacreditaban numerosas investigaciones científicas serias y rigurosas. Como se tildaba de alarmista o iluminado a cualquiera que se hiciese eco de esos datos.
Cuando , finalmente, cayó el telón y una serie de actores –empresarios, técnicos, funcionarios, políticos,...- ya no pudieron seguir engañando a los espectadores , la verdad se impuso y fue reconocida oficialmente. Sin embargo, la tragedia, que no comedia precisamente, había durado demasiado. Piensen que aunque la certeza científica existía ya a principios de los años 50 , Francia, por ejemplo, no prohibió el amianto hasta 1997. Debajo de las tablas del escenario , malamente ocultados, había miles de cadáveres. Pese a ello, de haber sido por algunos de los actores, especialmente entusiastas, la función habría continuado sine die.
De hecho, tengo que decirles que precisamente fue España uno de esos países donde, probablemente por su amor al teatro desde los tiempos de Calderón de la Barca y su obra El Gran Teatro del Mundo, más se hizo cierto aquello de que siga la función. Hasta el punto de que en España el amianto no se prohibió hasta el año 2002.
La ironía sirve a veces para asimilar el dolor que a todo bien nacido ha de producirle la visión de panoramas como el que estamos describiendo. Pero nunca debiera llevarnos a dejar de exigir responsabilidades y el justo reconocimiento de los derechos de las víctimas. Porque son precisamente estas las que, a la par de los sufrimientos terribles derivados con frecuencia de las enfermedades descritas, han tenido que sufrir el sádico maltrato de las autoridades que al negarse a reconocer sus enfermedades les privaban con ello de cosas que habrían podido minimizar su padecimiento y el de sus familias.
Lamentablemente, de nuevo, España ha sido uno de los países donde más se ha encubierto el problema. Así, por ejemplo, llama la atención , y mucho, que en países que en ningún caso pueden calificarse de modélicos a la hora de afrontar el problema del amianto ,como pudieran ser los Estados Unidos, el Reino Unido o Francia, las cifras de muertes reconocidas fuesen , en proporción, infinitamente superiores a las que España ha venido reconociendo. Estados Unidos reconocía oficialmente 10.000 muertes anuales, el Reino Unido 2.000 y Francia 1.500, mientras España –una de las mayores potencias constructoras del mundo en el que se ha usado amianto con extraordinaria generosidad (2)- solo reconocía 37 fallecimientos y no anuales, sino ¡en 17 años! (3). Aunque las anteriores cifras , suministradas por responsables sindicales, son suficientemente elocuentes, lo resultan aún más si se añaden otras como , por ejemplo, que en tan sólo 3 años, 1990-1992, hubiese habido en España 455 muertos por cáncer de pleura, una enfermedad de la que se sabe que debe ser atribuible al amianto en la mayor parte de los casos (4).
No nos extenderemos en más detalles, aunque podríamos hablar de muchas más cosas que evidencian la forma que ciertos gobiernos tienen de actuar en estos temas y que expresan bien a las claras lo lejos que se puede estar de reconocer plenamente su importancia y actuar en consecuencia. Como detalle les diré que el Gobierno español enviaba a las reuniones internacionales en las que se debía establecer cuando y de qué manera prohibir el amianto a un empleado de Uralita , empresa con fuertes intereses comprometidos en el negocio del amianto (5) .
Lo que hemos visto con el amianto puede servirnos como ilustración acerca de lo que puede estar sucediendo con muchas sustancias tóxicas que pueden representar un serio riesgo para la salud laboral, tanto en cuanto al reconocimiento de su peligrosidad como del número de víctimas que causan y la forma de protegerlas o no.
©Copyright Carlos de Prada
NOTAS:
1 Cabría añadirse casos de cáncer de laringe, estómago, recto o colon, por ejemplo.
2 En 1996 España era el segundo consumidor de amianto, tras Francia.
3 1980-1997
4 De un 70% a un 95% de los casos. Por su parte las cifras del Ministerio de Trabajo , e incluyendo todo el periodo entre 1984 y 1990, solo aludían a 84 asbestosis, 14 carcinomas y 19 mesoteliomas. Y en los años entre 1991 a 1997 solo 17 asbestosis, 2 carcinomas, y 1 mesotelioma .
5 El Ministerio de Industria enviaba a Eustasio Pérez, empleado de Uralita , a las reuniones internacionales y nacionales sobre el tema.