Bisfenol A
BISFENOL A
¿DÓNDE SE ENCUENTRA?
Componente básico del plástico policarbonato (plástico claro, muy ligero, duro y resistente al calor y la electricidad) . Ha sido comercializado empresas como Bayer (con el nombre de Maklolon) y General Electric Plastic (con el nombre de Lexan) que se pelearon por él allá por los años 50. También es un constituyente relevante de las resinas epoxi, ampliamente utilizadas en recubrimientos, adhesivos, pinturas, placas de circuito impreso,… Uno de sus usos más frecuentes son , por supuesto, las películas protectoras que intentan mantener la calidad de los alimentos en latas de comida así como en tuberías de agua potable.
Los bisfenoles ,entre los cuales el que más preocupación ha generado es el bisfenol A, han sido vastamente usados por la industria. Los bisfenoles (A, F, A-F, S, C,…) son un grupo de sustancias empleadas en los más diversos usos: resinas epoxi, policarbonatos, aditivo en resinas acrílicas y vinílicas, aditivo en caucho sintético, tintas, tonners,… (Olea N. CONAMA. Madrid 2004)
Desde los DVDs o los CDs a los recubrimientos interiores de latas, empastes dentarios, pasando por equipos eléctricos y electrónicos, automóviles, envases de comida y bebida (tales como biberones infantiles), tapones, equipos médicos,… Así mismo, se ha usado el bisfenol A como aditivo en otros plásticos diferentes del policarbonato. Está, pues, por doquier. Es un ejemplo insuperable de cómo los sutancias que pueden tener efectos tóxicos pueden viajar en los objetos cotidianos. Y no como una parte mínima de tales objetos, sino integrando buena parte de su composición total. Ya que el policarbonato, también conocido como policarbonato de bisfenol A, uno de los plásticos actualmente más utilizados en la sociedad occidental, es en su mayoría puro bisfenol A . La elaboración básica parte del bisfenol A y del fosgeno, sustancia ésta muy conocida por su uso en la Primera Guerra Mundial.
Se usa masivamente. Y ahí lo tenemos en nuestros discos compactos , en las carcasas de nuestros ordenadores , en nuestro material óptico, en los faros de nuestros coches, en cristales antibalas, en incubadoras para bebés, en aparatos de diálisis, en las tuberías que nos traen el agua, en recubrimientos usados en el interior de nuestras viviendas e incluso en contacto con la comida que ingerimos.
Se ha advertido mucho acerca de los niveles de bisfenol A que migran desde los recipientes de plástico que contienen el alimento de los bebés , especialmente cuando estos son lavados y hervidos (Brede , C (2003). Increased migration levels of bisphenol A from polycarbonate baby bottles after dishwashing , boiling and brushsing. Food Addit Contam; 20 (7): 684-689.), así como desde otros contenedores alimentarios como las latas de comida, en más de un 80% de las cuales podría estar presente, a los delgados plásticos que se usan para envolver alimentos y de los cuales ,especialmente cuando son calentados, puede liberarse (López Cervantes J y Paseiro Losada P (2003). Determination of bisphenol A in, and its migration from, PVC stretch film used for food packaging. Food Addit Contam. 20). Como algo más puntual, pero que muestra la ubicuidad del problema, hay científicos que han llamado la atención sobre aspectos tales como la exposición de los pacientes de hemodiálisis al bisfenol de los policarbonatos usados en los riñones artificiales (Yamasaki et al. (2001). Determination of bisphenol A in effluents of hemodialyzers. Nephron; 88 (4): 376-378.).
Por su uso tan generalizado no ha de extrañar ,pues, que sea un contaminante muy generalizado en el interior de los cuerpos humanos. Ha sido detectado en el 93% de los americanos analizados. Diversos estudios lo han encontrado desde en los fetos a los adultos, habiendo sido detectado en cordones umbilicales, sangre, fluidos del folículo ovárico, líquido amniótico, etc. (Ver, por ejemplo, estudios como: Inoue et al. (2000) Determination of bisphenol A in human serum by high-performance liquid chromatography with multi-electrode electrochemical detection. J Chrommatography B Biomed Sci Appl. 749 (I).17-23. O como: Takada et al. (1999). Bisphenol A and nonylphenols in human umbilical cords. Proceedings of the International Scientific Conference on Environmental Endocrine Disrupting Chemicals. Monte Verita, Ascona (Suiza). 7-22 March 1999.). Algunos estudios mostraban que en muchos casos la concentración de bisfenol A en la sangre de los fetos era mayor que en sus madres ( Schonfelder et al. (2002) Parent bisphenol A accumulation in the human maternal-fetal-placental unit. Environmental Health Perspectives 110 (11) A 703-707).
Aunque en general todos los problemas derivados del bisfenol A se den sin necesidad de que la sustancia tenga una especial persistencia en nuestros organismos, ya que su omnipresencia en nuestro medio garantiza una exposición más o menos constante, hay algo que induce a una preocupación añadida. Me refiero a lo que comentaba ,por ejemplo, el profesor Nicolás Olea en una reciente conferencia : el bisfenol reacciona espontáneamente con las sustancias cloradas presentes en el agua que bebemos generándose nuevos compuestos derivados, bisfenoles clorados, que sí que sean bioacumulativos en la grasa corporal (II Congreso Internacional de Medicina Ambiental. Brunete (Junio 2008).).
¿QUÉ DELITOS SE LE ATRIBUYEN?
Existen numerosos estudios científicos que han mostrado la capacidad del bisfenol A para dañar los órganos sexuales masculinos y afectar a la conducta animal. En otros espacios hablaré de diversas investigaciones que nos hablan de sus efectos. Es considerado uno de los contaminantes estrogénicos más poderosos. Es decir, uno de esos estafadores químicos que engañan a nuestros organismos haciéndose pasar por quienes no son. Se une a los receptores de estrógenos humanos casi como si fuese una hormona natural más de nuestros cuerpos. Y puede causar estragos a niveles delirantemente bajos. Por ejemplo, sus efectos sobre el cáncer de próstata podrían ser mayores a dosis menores que a mayores. Algunos estudios realizados comprobaron que en las células embrionarias de ratones una mínima concentración aumentaba su velocidad de desarrollo mientras que dosis 100.000 veces mayores la disminuían (Takai et al (2000). Estrogen receptor-mediated effects of a xenoestrogen , bisphenol-A, on preimplantation mouse embyos. Biochem Biophys Res Commun; 270 (3): 918-921. Takai et al (2001). Preimplantation exposure to bisphenol A advances postnatal development. Reprod Toxicol ; 15 (1): 71-74).
Estamos hablando, pues, de un contaminante, presente por doquier, y por supuesto presente en la práctica totalidad de nuestros cuerpos, que como vemos, es biológicamente activo a niveles bajísimos de concentración. Un contaminante que los más diversos estudios sobre animales han demostrado que tiene efectos sanitarios –crecimiento anormal de las mamas, agresividad, deficiente cuidado materno , anomalías en los órganos sexuales masculinos, caída en la producción de esperma, …- a niveles miles de veces inferiores a los establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos. Esos niveles que se consideran supuestamente “sin efecto observable”. (Un resumen de la bibliografía que versa sobre estos efectos puede verse en la Tabla 4.4 del informe Legado químico. Contaminación en la infancia. Realizado por la científica Catherine N. Dorey para la organización Greenpeace)
Es significativo el título del estudio que publicaron en la revista Nature expertos como Howdeshell y sus colaboradores: “la exposición al Bisfenol A adelanta la pubertad” . El trabajo científico analizaba un fenómeno en auge , la pubertad prematura registrada en muchas niñas, que puede venir de la mano con toda una serie de trastornos ( Howdeshell KL et al. (1999). Exposure to bisphenol A advances puberty. Nature; 401 (6755): 763-764).
Diversos estudios asocian la exposición intrauterina al bisfenol A con alteraciones en el desarrollo de las mamas de hembras de roedor que las hacen más susceptibles a la aparición de tumores en ellas (Markey CM et al. (2001) In utero exposure to bisphenol A alters the development and tissue organization of the mouse mammary gland. Biol reprod; 65 : 1215-1223). En otros , se encontraron niveles superiores de bisfenol A en hombres y en mujeres que tenían poliquistosis ovárica que en las que no la tenían (Takeuchi T y Tsutsumi O (2002). Serum bisphenol A concentrations showed gender differences, possibly linked to androgen levels. Biochem Biophys Res Commun; 291 (1): 76-78). También el fluido de los folículos de mujeres que necesitaban tratamiento de fecundación artificial tenía bisfenol A (Ikezuki Y et al (2002) Determinatios of bisphenol A concentrations in human biological fluids reveals significant early prenatal exposure. Human Reprod; 17: 2839-2841). Y las madres con fetos con anomalías cromosómicas tenían mayores niveles de esta sustancia en el suero que aquellas con fetos sin esos problemas ( Yamada et al (2002). Maternal serum and amniotic fluid bisphenol A concentrations in the early second trimester. Reprod Toxicol; 16 (6): 735-739). Es ,en fin, interminable la lista de estudios que sondean los múltiples desarreglos con los que puede estar ligada esta sustancia, sola o en compañía de otras.
La literatura científica se ocupa también de otros efectos del bisfenol A, como los que tienen que ver con desarreglos en el sistema inmunológico. Algunos estudios ,por ejemplo, lo asocian, junto al nonilfenol, a las alergias. Otros trabajos lo vinculan ,incluso, a la diabetes, como puedan ser los realizados por científicos como el español Angel Nadal a los que aludo en el apartado de la diabetes.
La revista Journal of the American Medical Association (JAMA) publicó hace poco un estudio de científicos ingleses y norteamericanos que ampliaba los desórdenes a los que aparecía ligado el bisfenol A. Asociaba las concentraciones de bisfenol A detectadas en la orina con la diabetes tipo 2, problemas con los enzimas del hígado y, lo que es más novedoso, con problemas cardiovasculares (Lang Al et al (2008) Associattion of urinary bisphenol A concentration with medical disorders and laboratory abnormalities in adults. Journ Am Med Assoc 300 (11) 1303-1310). Llamaba la atención sobre el hecho de que es un contaminante que ha sido detectado en más el 90% de la población norteamericana y citaba la cantidad de estudios que aludían a su actividad estrogénica, las anomalías en los enzimas hepáticos , su capacidad de alterar la función de las células beta del páncreas y las hormonas tiroideas, y sus efectos promotores de la obesidad, y solicitaba que se revisaran los niveles de exposición que se recomendaban para esta sustancia.
En el mismo número de la revista médica citada aparecía un editorial firmado por los científicos Frederick S. vom Saal, de la Universidad de Missouri, en Columbia y de John Peterson Myers, de la Environmental Health Sciences de Charlottesville, en Virginia (EE.UU.) que destacaba la importancia de los hallazgos epidemiológicos antes referidos ( Vom Saal FS and Myers JP (2008) Bisphenol A and risk of metabolic disorders. JAMA 300 (11): 1353-1355) . Sus autores animaban a que las autoridades de Estados Unidos siguieran los pasos de las del Canadá que poco antes habían definido al bisfenol A como “sustancia química tóxica” y que tomasen medidas para reducir la exposición humana a esta sustancia. Apuntaban que diversas investigaciones habían mostrado efectos muy notables de esta sustancia muy por debajo de los límites que oficialmente se dan por “seguros” y que ante la “aplastante evidencia” mostrada en estudios científicos muy serios no se podían seguir manteniendo una serie de criterios toxicológicos obsoletos en detrimento de la salud pública. Criticaban que las autoridades de Estados Unidos y de la Unión Europea estuvieran ignorando las advertencias de los científicos y que existiera una “agresiva campaña de desinformación que empleaba técnicas (de “fabricación de dudas” ) que ya fueron empleadas por las industrias del plomo, el vinilo o el tabaco para desafiar la credibilidad de los hallazgos publicados por científicos independientes”
Canadá es el país que ha adoptado hasta ahora medidas más severas sino para controlar este componente de los plásticos, al menos sí para , haciendo caso de la evidencia científica declararlo como tóxico, enfrentándose a una gran resistencia. En Estados Unidos , entidades como el Programa Nacional de Toxicología (NTP) –ante la revisión de centenares de estudios realizados- ha manifestado su preocupación por sus efectos, especialmente sobre los niños, pero el Gobierno se resiste a adoptar medidas. La Unión Europea ha definido esta sustancia ,de forma muy tímida, como tóxica para la reproducción, pero ello no ha llevado a que se adopten medidas importantes ,como las que podrían tener que ver con restricciones a su empleo.
Es una sustancia generada en cantidades de cientos de miles de toneladas anuales. Por sólo citar un ejemplo, que quita el sueño a especialistas como el doctor Nicolás Olea, de la Universidad de Granada, se da la circunstancia de que en Cartagena, ciudad española en cuyo entorno hay además otra serie de industrias problemáticas, la multinacional norteamericana General Electric Plastics construyó hace años la mayor fábrica europea de policarbonatos ,capaz de producir más de 250.000 toneladas al año de un plástico que en su mayoría es bisfenol A, un puro perturbador del equilibrio hormonal humano.
(Advertencia: contenidos bajo © Copyright)