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Biodiversidad agrícola, la identidad de los pueblos y las variedades tradicionales (Texto divulgativo de José Esquinas)

Texto de José Esquinas

 ( José Esquinas, fue Presidente, hasta 2007,  del sub-comité de Ética de la Agricultura y la Alimentación de la FAO y secretario de la Comisión Intergubernamental de Recursos Genéticos. Actualmente es director de la Cátedra sobre Hambre y Pobreza de la Universidad de Córdoba).

INDICE 

Los RGAA (Recursos Genéticos para la Agrícultura y la Alimentación) como base de la Seguridad Alimentaria

La perdida de  los RGAA pone en peligro la despensa de la humanidad 

Los agricultores tradicionales son creadores y custodios de los RFAA 

Interdependencia entre países y cooperación internacional 

Soluciones internacionales negociadas. El papel de las Naciones Unidas 

Los RGAA locales son parte de la identidad cultural de los pueblos 

Implicaciones para España

 

 Biodiversidad, recursos genéticos y su importancia en la seguridad alimentaria 

 

         Los Recursos Genéticos para la Agricultura y la Alimentación son un patrimonio invalorable construido por nuestros padres para nosotros y nuestros hijos

 Uno de los recursos naturales menos conocidos y mas importantes para el Desarrollo Sostenible y la Seguridad Alimentaria es la Diversidad Biológica Agrícola (DBA) y mas concretamente los Recursos Genéticos para la Agricultura y la Alimentación (RGAA). Estos recursos, también conocidos como ¨oro verde¨, constituyen la despensa de la Humanidad, la materia prima sobre la que se basa el desarrollo agrícola y la producción de alimentos. Estamos hablando con palabras simples de la diversidad genética de las plantas cultivadas y animales de granja, de las variedades y razas desarrolladas y seleccionadas por el ser humano para satisfacer sus necesidades básicas desde el inicio de la agricultura hace unos 10.000 años. 

Aunque se trata de un tema aparentemente técnico, la conservación y el uso sostenible de los recursos genéticos tienen fuertes implicaciones de carácter socio-económico, político, cultural, legal y ético, que conllevan a menudo problemas capaces de poner en peligro el futuro de la humanidad 

 

Los RGAA como base de la Seguridad Alimentaria 

Sin el uso de la diversidad genética existente dentro de cada especie animal o vegetal, no sería posible el combate de las plagas y enfermedades de las plantas cultivadas y los animales de granja, el incremento de su productividad, su adaptación a condiciones adversas del medio (e.g. excesivo frió o calor, sequía o humedad), ni la mejora de sus características nutritivas y se perdería la capacidad de estas especies para adaptarse a los cambios climáticos. Esta DBA ha sido utilizada por los agricultores de todos los tiempos, por los investigadores agrícolas desde hace más de un siglo, y por los biotecnologos más recientemente. Cuando la DBA de una especie agrícola no existe, se ha perdido, ó resulta inaccesible se priva a la especie de su capacidad de evolución y adaptación al medio, y al ser humano del material básico donde seleccionar lo deseado, y las consecuencias pueden se catastróficas. 

Un ejemplo conocido y sumamente ilustrativo es la hambruna que estremeció a Europa a mitad del siglo XIX y que provocó la muerte por hambre de millones de personas. Lo que muchos ignoran es que su causa fue la destrucción masiva de los cultivos de patatas europeos atacados por un hongo, el Phytophtora infestans, para el que no se encontraba resistencia debido a la  uniformidad extrema de las patatas cultivadas en el continente. El problema se resolvió gracias a la resistencia a la enfermedad encontrada en Perú, centro de origen y diversidad de la patata.  

Otro ejemplo mas reciente es el del ataque de Helmintosporius maydes que destruyó los maíces comerciales uniformes del sur de Estados Unidos al principio de la década de 1970s. El problema fue resuelto gracias a los  genes de resistencia encontrados en las variedades heterogéneas de maíces africanos.

El número de casos, aunque no siempre tan trágicos, se ha multiplicado durante los últimos años en muchos cultivos y la solución ha pasado casi siempre por la identificación de resistencia a las enfermedades y a las condiciones adversas entre las variedades heterogéneas tradicionales que siguen cultivando los pequeños agricultores, sobre todo en los países en desarrollo. Una vez identificada esta resistencia los científicos pueden incorporarla a las variedades comerciales a través de cruzamientos.

 

La perdida de  los RGAA pone en peligro la despensa de la humanidad 

Se estima que, a lo largo de la historia de la humanidad, se han utilizado unas diez mil especies para la alimentación humana y la agricultura. Actualmente, no más de 120 especies cultivadas de plantas nos proporcionan un 90% de los alimentos, y tan sólo 12 especies vegetales y 5 especies animales nos proporcionan más de un 70% de los alimentos. Solamente 4 especies vegetales (patatas, arroz, maíz y trigo) y 3 especies animales (vacas, cerdos y pollos) nos proporcionan más de la mitad. Además, como hemos venido enfatizando a lo largo de este artículo, el número de variedades y razas dentro de cada una de estas especies se está reduciendo drásticamente.  

Además a lo largo de los últimos cien años, ha tenido lugar una enorme pérdida de diversidad genética dentro de las llamadas “principales especies alimenticias”. Cientos de miles de variedades heterogéneas de plantas cultivadas a lo largo de generaciones, han sido sustituidas por un reducido número de variedades comerciales modernas y enormemente uniformes. 

Sólo en los Estados Unidos ya han desaparecido más de un  90% de árboles frutales y especies hortícolas que aún se cultivaban a comienzos del siglo veinte, y tan sólo unas pocas se conservan en bancos de genes. En Méjico sólo se conocen en la actualidad el 20% de las variedades que se habían documentado en 1920. En la República de Corea, sólo el 26 % de las variedades locales cultivadas en huertos familiares en 1985 seguían utilizándose en 1993. En general se puede decir que a nivel mundial entre el 80 y 95 % de las variedades conocidas para los cultivos más importantes a principios del siglo XX se han perdido para siempre. En España la situación no es mejor, el autor de este artículo colectó en 1971 más de 350 variedades de melón en nuestro país, hoy no se cultivan más de una docena. Igualmente podemos encontrar cifras alarmantes en relación con la erosión genética de las razas de animales de granja. Esta situación es prácticamente la misma en todo el mundo. La pérdida de diversidad biológica agrícola ha provocado una reducción de la capacidad de las generaciones presentes y futuras para afrontar imprevisibles cambios medio-ambientales y necesidades humanas. Tenemos la obligación moral de conservar este patrimonio heredado para las generaciones futuras, puesto que una vez que se pierdan estos recursos, se habrían perdido para siempre 

 

Los agricultores tradicionales son creadores y custodios de los RFAA  

La diversidad genética que permitió salvar la patata en Europa en el siglo XIX y el maíz en Estados Unidos en el siglo XX, procedía de países en desarrollo y no estaba allí por casualidad. Era el producto de la selección realizada por miles de generaciones de pequeños agricultores tradicionales; ellos siguen siendo hoy, en un mundo que a menudo les ignora y a veces los ve como una carga social relicto del pasado, los auténticos guardianes de la mayor parte de la diversidad biológica agrícola con que aún podemos contar; aquéllos que continúan desarrollando, conservando y poniendo a disposición de otros agricultores, de los mejoradotes profesionales e incluso de los modernos biotecnólogos, la materia prima necesaria para hacer frente a condiciones medio ambientales cambiantes y necesidades humanas impredecibles. Son estos sencillos campesinos los que siguen teniendo las llaves del futuro alimenticio de la humanidad.  

Lo ilustraremos mejor recordando  algunas experiencias: 

         En 1983, colectando quinua, uno de los cultivos más importantes de la agricultura tradicional andina, en Bolivia, encontramos en la granja de un agricultor en una zona donde predomina la quinua amarilla, un tipo de quinua negra cuyas plantas tenían un aspecto enfermizo y cuya productividad parecía muy baja. Le comentamos a este agricultor que estas plantas estaban enfermas y quizás por eso producían poco grano y de color negro. Él nos contestó que no, que “esta variedad era así”. Aunque no quedamos muy convencidos, la escena se repitió en los campos de otros agricultores vecinos. El último nos confirmó que “esta variedad producía muy poco. Y cuando le preguntamos por que la cultivaba en ese caso, respondió que era muy buena para curar a los que tenían tuberculosis. No dimos mucho crédito al comentario, pero colectamos algunas muestras que fueron enviadas con las demás a algunos laboratorios para su análisis. Cuando unos meses después obtuvimos los resultados de los análisis, supimos que aquella quinua negra supuestamente enferma tenía un contenido en proteínas y sobre todo en aminoácidos esenciales muy superior a las otras quinuas que se cultivaban en la zona.  

         En otra ocasión, un día de 1970, en la España rural, un anciano agricultor que iba con su asno se encontró a un joven estudiante que recogía semillas de melón. El viejo agricultor le preguntó al joven estudiante qué estaba haciendo, y el muchacho le explicó que quería registrar los melones autóctonos de España antes de que desaparecieran. "Ven a ver mis melones -dijo el agricultor-. Nunca se enferman". El estudiante acompañó al viejo a su finca. El viejo agricultor le dio algunas semillas, que el joven se llevó para analizarlas en el laboratorio. Las semillas contenían un gen resistente a un hongo del melón, que posteriormente fue transferido a otros melones, beneficiando a los agricultores de todo el mundo. Yo era ese joven estudiante, pero no sé quién era el anciano. Es como tantos millones de hombres y mujeres. Nadie les da las gracias, pero ellos son los poseedores de la sabiduría para producir y conservar sus semillas y sus tradiciones para las generaciones venideras. 

El número de ejemplos resulta inacabable. Una variedad local de trigo colectada en Turquía en 1948 en el campo de un pequeño agricultor, e ignorada después durante muchos años, ha sido una fuente de resistencia a hongos en todo el mundo. Algunas variedades tradicionales de alfalfa encontradas en Irán han permitido introducir resistencia a nematodos en muchas variedades comerciales de otros países. Una variedad de trigo obtenida en zonas remotas de Japón en 1946 resultó ser la base de la llamada ¨revolución verde¨ en todo el mundo un cuarto de siglo después gracias a sus genes de enanismo que permitieron mayores dosis de abonado nitrogenado. Una raza tradicional de cerdos china ha permitido aumentar la fertilidad de muchas razas europeas. La resistencia a la malaria en las vacas del sur de EEUU procede de una raza local del norte de Roma.  

 

Interdependencia entre países y cooperación internacional 

Como ocurre con otros recursos naturales, los RGAA no entienden de fronteras y la interdependencia entre países es muy elevada. De hecho, ningún país es autosuficiente en materia de RGAA y la dependencia media es superior al 70%. En España la dependencia de de genes procedentes del exterior en el caso de nuestros principales cultivos es del orden del 83%. Los ingredientes de nuestros ¨platos tipicos¨ como la patata en la tortilla española, el tomate en el gazpacho, ó el arroz en la paella tienen sus áreas de diversidad genética lejos de nuestras fronteras. En general se da la paradoja de que los países llamados ricos, porque lo son en dinero y tecnología, son los mas pobres en RGAA, la materia prima de la que depende la producción de sus alimentos, y esto es así porque los principales centros de origen y diversidad de cultivos están en las zonas sub-tropicales donde a menudo se encuentran situados los países en desarrollo.  

La cooperación internacional en esta materia no es por tanto una opción, sino una necesidad urgente.

 

 Soluciones internacionales negociadas. El papel de las Naciones Unidas 

En un mundo sometido a un rápido proceso de globalización e integración económica, es una responsabilidad ineludible de nuestra generación el desarrollo de sistemas, que teniendo en cuenta estos problemas y las implicaciones a las que hemos aludido más arriba, encuentre soluciones éticas dentro de un marco político de amplio alcance que permita beneficiarse equitativamente a todos los países para luchar contra el hambre y asegurar el futuro agrícola y alimentario de las generaciones futuras. En esta tarea corresponde a las Naciones Unidas como foro universal intergubernamental, un papel primordial en la negociación y el desarrollo de los acuerdos y normas internacionales necesarias. 

Las acciones sistemáticas a nivel mundial comenzaron en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en los años 70. En 1983 la Conferencia de la FAO estableció la Comisión intergubernamental de Recursos Genéticos para la Agricultura y la Alimentación. Actualmente la Comisión cuenta con 170 países miembros y es el foro intergubernamental permanente para la discusión y negociación de las cuestiones relacionadas con los RGAA. 

La imperiosa necesidad de cooperar internacionalmente, ha hecho posible una empresa que parecía utópica: La negociación y aprobación  en el seno de esta Comisión de la FAO de un Tratado Internacional de Recursos Fitogenéticos, cuyos objetivos son la conservación para el futuro y el uso sostenible de los recursos genéticos, así como el acceso a los mismos para investigación y mejoras genéticas, y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de su uso incluyendo de los beneficios comerciales monetarios mediante una especie de ¨tasa Tobin¨. El Tratado también reconoce por primera vez en un acuerdo vinculante de Naciones Unidas, los Derechos de los agricultores tradicionales como guardianes y ´donantes´  de la diversidad biológica agrícola, frente a los Derechos de Propiedad Intelectual de que gozan los ´donantes´ de las tecnologías que se aplican a estos recursos para obtener nuevas variedades. Todo ello justifica que el Director General de la FAO, haya considerado este tratado como un ´hito histórico´ y una ´piedra angular´ en la cooperación Norte-Sur.

 España, que ha sido histórica, geográfica y culturalmente el puente entre Europa, el mundo árabe y América Latina en el intercambio de recursos genéticos  ha jugado un papel esencial en su desarrollo y negociación, y nuestro parlamento fue de los primeros en ratificarlo. El Tratado Internacional, que hoy es ley internacional, entró en vigor en Junio del 2004, y paso a ser operativo en la primera reunión de su Órgano Rector, a la que fueron invitados todos los países del mundo, que tuvo lugar en España en Junio de 2006. El Tratado ha sido ya ratificado por los parlamentos nacionales de más de 120 países.

 

 Los RGAA locales son parte de la identidad cultural de los pueblos 

A nivel local y nacional los RGAA, además de proporcionar las variedades y los genes mejor adaptados a lo largo de milenios a las condiciones agro-ecológicas y gustos locales, constituyen junto a la lengua, los monumentos y las obras de arte las autenticas señas de identidad cultural de cada pueblo y cada nación. Podemos decir con razón que el arte y la literatura son a la cultura, lo que los RGAA propios, las variedades locales de plantas y las razas tradicionales de animales de granja a la agri-cultura. Los RFAA son autenticas obras de arte viviente realizadas y perfeccionadas por los agri-cultores tradicionales de cada comunidad, a lo largo de milenios de selección y adaptación a los gustos y condiciones locales.

 No es de extrañar por ello la proliferación de movimientos espontáneos de ONGs y redes de acción local (como la Red de Semillas o Plataforma Rural en España) empeñados en todo el mundo en la defensa de este patrimonio tradicional, y también es lógico que a un nivel mas institucional en países como Italia, orgullosos de su tradición y de su pasado, la mayor parte de las iniciativas, normas y reglamentos para la protección de este patrimonio hayan nacido y se hayan desarrollado a nivel local y regional.

 Además de su valor como parte de la cultura viva de un pueblo, y su adaptabilidad a las condiciones ambientales y necesidades locales estos recursos constituyen una reserva de genes y características únicas con las que cada pueblo puede contribuir  a la consecución de los objetivos del milenio y al desarrollo de toda la Humanidad, como se muestra en los ejemplos ilustrados mas arriba. 

La frase de José Martí, ¨un pueblo que pierde su idioma, pierde su identidad ¨ podría aplicarse también y con toda propiedad a sus RGAA, y nuestras autoridades tanto a nivel nacional, como autonómico y local deberían de tomar conciencia y aplicar las medidas necesarias para su salvaguarda, antes de que sea demasiado tarde.

 

Implicaciones para España 

La península ibérica, territorio clave en los intercambios históricos de recursos vegetales y animales entre los pueblos del mundo, es un ejemplo destacable de integración cultural entre Europa, África y América. A lo largo de los siglos VIII al XIII, los andalusíes trajeron a este territorio, y a través de el a Europa, abundantes productos procedentes de Oriente que posteriormente serían llevados a América. 

Pero además desde España viajaron a América que habían sido incorporados siglos antes a la agricultura Ibérica. Y procedentes de América llegaron aquí otras especies que luego se difundieron por Europa y África. España se convirtió de esta manera en puente de intercambio de conocimientos y especies agrícolas entre el Viejo y Nuevo mundo.  

España tanto por su posición geográfica como por su historia ha sido puente obligado en el intercambio de los RGAA entre diversas civilizaciones y culturas y especialmente entre Europa, África, Medio Este, y América Latina. Quizás por ello España ha cumplido también un papel líder que ha sido repetidamente reconocido y apreciado por todos los países, durante las negociaciones de la FAO para la conservación, uso sostenible, acceso para la investigación, y distribución de beneficios derivados de estos recursos.  

Consecuente con lo anterior España debería mantener su liderazgo internacional en este importante tema, satisfaciendo las expectativas existentes, tanto en el desarrollo de políticas internacionales, como de cooperación internacional y asistencia técnica a los países en desarrollo. Esto no implica necesariamente ningún gasto adicional, sino una redefinición de prioridades en el contexto de la lucha contra el hambre y los Objetivos 1 y 7 del Milenio. Los marcos políticos adecuados podrían se la Alianza de Civilizaciones y el Quinteto contra el Hambre (Alianza contra el Hambre), ambos iniciativas española.

 También a nivel nacional, regional y local (la red nacional de desarrollo local puede contribuir a ello) es preciso desarrollar, y coordinar mejor una política hasta ahora dispersa de ABD y RGAA , mediante la creación de un Comité interministerial como tienen otros países europeos y promoviendo legislaciones, reglamentos e iniciativas en este área. Los objetivos deberían incluir: la implementación del Tratado Internacional, planes de acción, y programas internacionales ratificados o suscritos por España en esta materia; la conservación de nuestros RGAA, ex situ e in situ, en bancos de germoplasma y zonas protegidas; la aplicación de los Derechos del agricultor contemplada en el Art. 9 del T. I.; el fomento de la investigación agrícola y la ampliación de la base genética de nuestros cultivos; promover concienciación publica y la formación de los españoles en esta materia. Nuestras Comunidades Autónomas deberían de desempeñar un papel crucial en la salvaguardia de sus razas y variedades tradicionales.

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