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4. Cooperación transfronteriza.

Punto 4 del informe: "Convertir el miedo en esperanza"

Cooperación transfronteriza. 


Las pandemias, como la contaminación, no respetan las fronteras nacionales. Combatirlas requiere que los gobiernos cooperen y coordinen sus respuestas, en lugar de adoptar respuestas nacionales fragmentadas. La UE, la OMS y la ONU tienen roles importantes para apoyar la lucha contra el coronavirus. Ningún país puede enfrentar esta crisis solo. Es global y una respuesta multilateral coordinada es esencial para el éxito. Por lo tanto, necesitamos: 


Asegurar que la UE demuestre una fuerte solidaridad, tanto entre los Estados miembros como dentro de ellos. Las crisis que cruzan fronteras solo pueden abordarse mediante la cooperación que también cruza fronteras. Los políticos nacionales deben defender los beneficios de la cooperación europea, teniendo en cuenta los valores que constituyen el núcleo del proyecto europeo, especialmente la solidaridad. Los ciudadanos europeos deben sentir y creer que la Unión Europea está allí para hacerlos sentir más seguros, bienvenidos. La UE no es solo un lugar donde los gobiernos nacionales pueden hacer buenos tratos, hay una razón mucho más profunda para que exista la UE: promover la solidaridad y la cooperación. Este motivo debe guiar sus acciones, hoy más que nunca. No existe un interés nacional que sea más importante que una Unión Europea fuerte y con visión de futuro. 
A medida que comenzamos a reconstruir e imaginar el mejor futuro que queremos para nuestros hijos, la Unión Europea será esencial para lograr el cambio a través de iniciativas como el Pacto Verde Europeo. La Comisión Europea, un organismo que es en gran medida independiente de los gobiernos nacionales, ha lanzado una serie de iniciativas, incluido un nuevo instrumento de solidaridad para esquemas de trabajo a corto plazo, SURE y una relajación de las normas de endeudamiento bajo los "criterios de Maastricht". El Banco Europeo de Inversiones y el Banco Central Europeo han establecido un apoyo para las pequeñas empresas y un Programa de compra de emergencia pandémica (PEPP) respectivamente. 
Sin embargo, las fricciones son claras cuando se trata de encontrar un acuerdo entre los representantes de los Estados miembros sobre las medidas para apoyar a los países más afectados. Esto reveló un cisma importante, lo que llevó a los primeros ministros de España e Italia y otros a argumentar que la falta de solidaridad mostrada iba en contra de los principios subyacentes de la UE y amenazaba el futuro del proyecto de la UE. Esta falta de armonía, junto con noticias falsas y una falta de comunicación sobre lo que había logrado la UE, alimentó los sentimientos euroescépticos, llevando por ejemplo a algunos alcaldes en Italia a eliminar la bandera de la UE de los edificios institucionales. El acuerdo de compromiso alcanzado el 9 de abril, desbloqueando 500 mil millones de euros de fondos de ayuda, fue un importante paso adelante. Pero se necesita más, especialmente de los gobiernos nacionales, que necesitan demostrar solidaridad en toda Europa. Es fundamental que el papel de los coronabonos, sea cual sea su nombre, se estudie cuidadosamente y se tenga en cuenta la importancia de la solidaridad de la UE para el proyecto europeo. También deberían considerarse otros instrumentos innovadores, como la mitigación de la deuda por el clima o los canjes de deuda por naturaleza.  
La UE y sus Estados miembros deben asegurarse de que nadie se quede atrás. Los más vulnerables en nuestras sociedades, en particular las personas mayores, las personas sin hogar, los refugiados y las minorías, deben colocarse en el centro de la respuesta de emergencia. Los gobiernos deben abstenerse de tomar medidas discriminatorias contra las minorías (por ejemplo, las comunidades gitanas) o los refugiados. Señalar a estas personas y convertirlas en chivos expiatorios no resolverá la crisis del coronavirus sino que agregará otra capa de crisis. 
La UE debería apoyar en todo el mundo una solidaridad internacional con las naciones más pobres, ya que solo una respuesta global puede realmente abordar la crisis del coronavirus. La UE debería apoyar a los países de bajos y medianos ingresos para aumentar sus recursos para la adopción de medidas de salud y protección social de los grupos vulnerables mediante la cooperación directa, los esquemas de cooperación global de la UE, el G20, la OCDE y otros procesos globales. También se debe brindar apoyo específico a las organizaciones de la sociedad civil en los países de cooperación para asegurarse de que nadie se quede atrás y el espacio cívico esté protegido. Este es el momento de demostrar solidaridad e impulsar el multilateralismo. El interés propio nacionalista será autodestructivo para abordar el problema del coronavirus. 
Reconsiderar los acuerdos comerciales, sus impactos y las motivaciones que hay tras de ellos. Necesitamos evitar aquellos acuerdos comerciales que destruyen la naturaleza, hacen que los ecosistemas y los humanos sean más frágiles e invadan aún más los hábitats salvajes, creando así riesgos adicionales. Todos los acuerdos comerciales deben contribuir a la coherencia de las políticas para el desarrollo sostenible. La capacidad de recuperación de los ecosistemas del mundo, la salud humana y el suministro de alimentos de Europa se han debilitado severamente bajo décadas de producir donde es más barato (a menudo porque los costos ambientales están externalizados) y comercializar los productos a nivel mundial. Este enfoque necesita un cuestionamiento fundamental. Necesitamos repensar la forma en que producimos alimentos y desarrollar un sistema alimentario global resiliente con suficiente autonomía (no solo en la UE), y pensar en cómo producimos los bienes que consumimos y los impactos de la producción. Además, necesitamos desarrollar una mayor producción en la UE, a la luz de los problemas actuales en torno a la seguridad de los equipos de salud. Se necesita invertir en productos locales (en mercados y online) para garantizar una mayor independencia frente a las cadenas de suministro internacionales y una resiliencia social y económica a las crisis futuras. 
El diálogo internacional debe continuar en áreas que actualmente se retrasan o corren el riesgo de retrasarse, como ya es el caso de la COP climática, la COP de biodiversidad, la reunión internacional de productos químicos y la reunión internacional del aire, todo lo cual se ha reprogramado para más allá de 2020. Se necesita del diálogo para continuar avanzando y medidas para garantizar una participación suficiente de los interesados para garantizar un proceso inclusivo y, por lo tanto, legítimo. Los retrasos son comprensibles, pero reducir el compromiso o la ambición, así como los retrasos excesivos, crearán más problemas de los que resolverán. 
Limitar las futuras crisis de salud actuando globalmente contra el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación química. La acción multilateral para abordar estas tres crisis es esencial para poder evitar crear no solo condiciones para nuevos brotes del tipo del coronavirus, sino también otras crisis: clima, colapso del ecosistema, problemas de la cadena alimentaria y crisis de nutrición, salud y fertilidad que podrían resultar ser incluso un desafío mayor que la crisis actual que está retando  la capacidad de reacción y gestión de la humanidad. 

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